Novedades editoriales

12 de diciembre de 2011

Libros de las Respiraciones


Los Libros de las Respiraciones son unos importantes textos funerarios del antiguo Egipto utilizados en el área tebana desde el período tardío (Dinastía XXVI) hasta el pleno período romano.

Se identifican dos libros: el ''Libro de las Respiraciones'' como tal, atribuido su redación a Isis para su hermano Osiris y el más moderno "Segundo Libro de las Respiraciones", atribuido a Thot. Están escritos en hierático o demótico, utilizando papiros principalmente (como en el papiro de Kerasher, de finales del período ptolemaico), pero también se han encontrado en ostracas.

Se leían pasajes de los libros en los funerales o ceremonias de culto funerario para guiar y proteger al difunto al más allá, que mediante el poder encantador de la palabra, hacía los conjuros más eficaces y se refuerza en este momento la doctrina de la resurrección sobre épocas anteriores. El difunto, debería utilizar esas fórmulas para aprender a respirar de nuevo, al aliento vital en el más allá. Algunas de sus fórmulas rituales provenían de otros textos más antiguos como el Libro de los Muertos o de los ritos funerarios de la apertura de la boca.

Libro de las Respiraciones

Al Libro de las Respiraciones se le llama de esta forma porque empieza así:

''Principio del Libro de las Respiraciones que procura Isis a su hermano Osiris para vivificar su alma, para alumbrar su cuerpo, para rejuvenecer sus sustancias de nuevo...''

Y también:

"Tu individualidad es permanente; tu cuerpo es durable; tu momia germina..."

También se le llamaba "Respiración permitida" (Shait en Sensen o Shai-N-Sin Sin). En los papiros de Joseph Smith I, X y XI, fue realizado para el sacerdote de Amón, Hor.

Segundo Libro de las Respiraciones

Era llamado también "Que mi nombre florezca", por contener un himno donde el difunto deseaba que su nombre fuera conocido dentro de su nomo o ciudad.

Entre los himnos y rituales que se invocaban para el viaje al más allá, se encuentraban guías, nombres, instrucciones para los hipocéfalos o enlaces de resurrección por intermediación de Nut.

30 de noviembre de 2011

Letanía de Ra

Advocaciones de Ra en la cámara funeraria de Tutmosis III.

La Letanía de Ra era una gran composición religiosa conocida desde el Nuevo Imperio. Aunque la mayoría de las representaciones se encuentran en las tumbas, en realidad no es un libro oscuro, o una guía hacia los caminos que atraviesan el mundo de tinieblas, aunque en parezca estar relacionado. Éste es en cambio, una guía a las formas y los nombres del dios del Sol, que busca establecer un balance entre el rey muerto y el dios sol, y el Ba (o alma) del Dios sol. También contiene información sobre el curso diario del dios sol.

Fue una composición especial de la que algunos fragmentos fueron inscritos en las tumbas de Tutmosis III y su visir, Useramun. Estos extractos estaban evidentemente relacionados entre sí. Aunque la serie de figuras de la "Letanía de los Grandes" también aparecen en ambas tumbas, el número de ilustraciones se limita a éstas dos. En efecto la primera aparición de toda la composición puede ser encontrada, con excepción de algunas omisiones, en la cubierta dedicada por Amenhotep II a su padre, Tutmosis III (sin ilustraciones). Curiosamente, la composición desaparece posteriormente hasta el reinado de Seti I, en cuya tumba se encuentra por primera vez la figura relacionada con el título.Esta composición podría haber sido también encontrado en la tumba de Amenmesse, pero Seti II ordenó alterar su ubicación con el objetivo de estropear su vida en el más allá.

Tiempo después, el libro se convierte en un motivo habitual en los corredores primero y segundo, muestra de su importancia en las tumbas reales. Ramsés VI sin embargo, decide no incluir el texto en su tumba, mientras que Ramsés IX y X sólo incluyen extractos del libro en los suyos. Comunmente, las representaciones estaban reservadas para el segundo corredor, en tanto que que el texto inscrito lo era para el primer corredor, aunque en ocasiones se derramaba, alcanzando el segundo. En las tumbas de Seti I y Ramsés II, todos los jeroglíficos se encuentran en la cara interior de la tumba, mientras que en las tumbas de Merneptah éstas se encuentran en la parte delantera de manera uniforme frente a la derecha de tal forma que todas las columnas de texto se inviertan. En el último período, también encontramos representaciones de la Letanía de Ra algunas tumbas, como las de Mentuemhet, Petamenophis e Ibi.

Fuera de las tumbas, también destacan partes de las figuras en la decoración encargada por Merneptah en el Osireion de Seti I en Abydos, junto con una secuencia completa en el templo construido por Ramsés II en ese sitio. Para el último periodo del Imperio Egipcio, puede encontrarse también representaciones inscritas en algunos templos, como el edificio de Taharqa y la capilla de Hakoris en Karnak, así como extractos en el Nilómetro de Roda. Algunos pasajes de la Letanía de Ra se adoptaron también para el Libro de los Muertos. Hacia la época de la 18 ª dinastía, diversos extractos de la composición fueron utilizados como maleficio 127 (a partir del manuscrito de Maiherperi que data del reinado de Amenhotep II), y como maleficio 180 en los principios de la Dinastía 19, comenzando con el sarcófago de Seti I. Maleficio 127, se refiere principalmente a los "dioses de las cavernas" y se encuentran de igual forma asociadas con los guardianes de las puertas del infierno. Aquí, también encontramos la única mención de la Plaza de la Aniquilación en el Libro de los Muertos. Más adelante, de igual forma se hace mención al maleficio 127 en las tumbas de Ramsés IV y Ramsés VI.

El maleficio 180, que comienza con el verso central, "es Ra, quien descansa en Osiris", puede ser distinguido en el ataúd de Seti I y en parte en el de Osireion. Asimismo, este maleficio se encuentra en la tumba de un funcionario (TT3) y en diversos papiros (Qenna, Neferrenpet, Louvre 3073) pertenecientes al periodo final de la 18 ª dinastía y el comienzo de la 19 ª. Cabe señalar que las representaciones conocidas de la cabeza de carnero Re-Osiris encontradas en la tumba de Nefertari y otros de la 19 ª dinastía fueron en realidad una parte de los maleficios descritos en el Libro de los Muertos y no de la Letanía de Ra. En contraste, los libros del mundo de las tinieblas no se encuentran en el Libro de los Muertos, con excepción del maleficio 168.

Forma de la Letanía de Ra

Aunque muchos de los libros del Mundo de las Tinieblas no incluyen un título original, en la tumba de Useramun se descubrió que el antiguo nombre egipcio de esta composición fue el "Libro de la Oración de Ra en el Oeste (o Libro de Alabanza de Ra en el Oeste), Oración al único en el Oeste". A propósito de éste, también existen comentarios sobre la forma en que se recitaba y la eficacia del texto.

La composición comienza con la Gran (o grandes) Letanía, donde el dios del sol es invocado por un total de setenta y cinco veces en las diversas formas y nombres que a éste se le concede. Cada invocación inicia con "Gloria a ti, oh Ra, gran fuente de poder". A la Gran Letanía proceden otros ocho versos seguir, de los cuales únicamente la sexta sección está elaborada en lírica perfecta en su totalidad. De hecho, la estructura del resto del texto es a menudo confusa, ya que sólo las letanías están claramente separadas por sus particulares estribillos.

El contenido inicial de la composición contiene las figuras divinas que ilustran cada una de las invocaciones. Desde los primeros ejemplos, estas pinturas fueron divididas de tal manera que se alternaran en dos series. Por ejemplo, están dispuestas de frente entre sí en los muros norte y sur de la tumba de Useramun, aunque en las tumbas de Ramésida que están en ambos muros del segundo corredor, siendo el muro izquierdo el dominante.

De esta forma, las ilustraciones alternan hasta la invocación 51 ª, con las cifras impares en la izquierda y las cifras pares a la derecha. Sin embargo, esta estructura se ve interrumpida por dos figuras sucesivas (51 y 52) a la izquierda y dos (53 y 54) a la derecha. Si se sigue adelante, la alternancia continúa, aunque ahora en orden inverso, con las cifras pares a la izquierda y las cifras impares a la derecha.

Cada invocación se ilustra en la figura de un dios, con la figura 76a del de Ra, como una cabeza de carnero en el disco rojo del sol. La mayoría de las figuras que aparecen se encuentran en un estado momiforme, algunas otras en forma de animales como el carnero y el escarabajo, considerados como figuras principales del dios del sol y el "Big Tomcat" que encarna su aspecto castigador, y el " Ojo Divino". Estructuralmente, dividiendo las 75 invocaciones en tres grupos de 25 cada una, es posible distinguir el especial énfasis en las figuras 26 y 51.

Las figuras pueden ser de igual forma agrupadas en grupos de diez cada uno, siendo las primeras 10 estructuralmente diferentes con respecto al resto, mientras que el siguiente grupo de diez se reserva para una Enéada extendida. La unión de Ra y Osiris recibe un trato especial dentro de la composición, y las dos secuencias de figuras son constantemente divididas entre sí. Las figuras de Osiris se encuentran sólo en la secuencia de la izquierda, mientras que el lado derecho está compuesto por un gran número escarabajos. El costado izquierdo asimismo contiene figuras de Atum, el ba de Ra y el Gran Gato. Los nombres y las figuras representadas son las formas y atributos más importantes del dios del sol mientras se encuentre en inframundo. En este sentido, nos encontramos con Khepri (tres veces), su forma por la mañana, Atun, su forma por la noche, el ba de Ra, junto con sus diversas formas de carnero, así como sus formas de gato y niño, el ojo divino, el disco solar y la figura de un babuino

El resto de dioses y diosas de la Enéada también están presentes, aunque en este caso se encuentra sustituido por Seth Horus. Nun y Tatenen, dioses primigenios las profundidades del agua y la tierra, se encuentran igualmente representados. Nos encontramos finalmente con Osiris como Khentamentiu, sin embargo los dos nombres se refieren a la unión de los dos dioses, lo cual representa un tema central de toda la letanía. La asociación de Ra con el infierno es enfatizado a través de distintas denominaciones o nombres entre los que se incluye "El del infierno", "El de la cueva", "El que tiene dominio sobre su cueva", "El que renueva la tierra", y "El de Occidente ".

Varios otros nombres describen su viaje por el infierno y en el texto final de la composición, es incluso llamada "El ave migratoria". Como en la composición tanto muerte como renacimiento están representados, el regocijo y el luto también están presentes y algunos nombres en referencia al cuerpo de Ra, e incluso la descomposición del cuerpo, que debe preceder a su renacimiento. Él es llamado "El que llora", en referencia aquellas cosmogonías de seres humanos que salen de las lágrimas de su dios creador, y en su forma de cadáver, se le conoce como "Él en el sarcófago". La doble faceta del sol durante las horas de la noche también es representada. Él es conocido como "El Oscuro" o "El de la cara oscura", pero también como "El Resplandor", cuyos rayos son codiciados por los ya muertos.

Las recompensas de Ra para los muertos bendecidos, así como su función de castigar a los condenados están igualmente representadas. Su denominación como "El que encadena", "El de la caldera" y " El que destruye a sus enemigos " así lo demuestran. En otros escenarios también se le conoció como el que "ha distribuyó el calor en el lugar de la destrucción". Ya hacia la época de la construcción de la tumba de Useramun, el diseño de representaciones adicionales aumentaba la importancia de las figuras divinas. En la tumba de Tutmosis III, donde las dos secuencias cubren los dos pilares de su cámara funeraria, él mismo se representó junto con diferentes mujeres miembros de su familia en un lado de uno de los pilares.

En Abidos, Ramsés II amplió la secuencia en su templo para incluir incluso a sus antepasados reales entre los cuales podía destacarse sus padres y su abuelo, así como Ahmose, el fundador del Nuevo Reino. Sin embargo, como Merneptah en el Osireion, Ramsés II es representado únicamente haciendo ofrendas a éstos. Por primera vez en su versión, las figuras también incluían un disco pequeño solar para indicar la presencia del dios del sol dentro de ellos. Por primera vez en la versión de la composición encontrada en la tumba de Seti I, un "título de" ilustración adicional (figuras 85 y 87) fue insertado entre el título del libro y la Gran Letanía. Las representaciones centrales son de Dioses con cabeza de escarabajo y carnero, ambos contenidos dentro de un disco.

En la parte superior se puede distinguir una serpiente y un antílope, mientras que un cocodrilo y un antílope se muestran en la parte inferior. Sin embargo, estas ilustraciones pueden encontrarse un poco complejas. John C. Darnell sugiere que los animales han sido enviados por el dios del sol contra sus enemigos. Por lo tanto, pueden actuar como su guardaespaldas. Sin embargo, Erik Hornung, quizás con una teoría más acertada, los ve como enemigos que huyen del dios sol. Extrañamente, una representación de Ra y Osiris unidos fue añadida a la tumba de Nefertari (figura 86). No es una parte de la actual Letanía de Ra, que no pertenece al maleficio 180 del Libro de los Muertos. Esta ilustración también aparece en las tumbas de algunos funcionarios reales que datan de la 19 ª dinastía, así como QV40, la tumba de una reina anónima en el Valle de las Reinas.

Contenido

A pesar de que las horas de la noche no juegan ningún papel dentro de este libro, hay que señalar que el número doce parece tener importancia en todas partes. La Letanía de Ra es una descripción, y la alabanza de la deidad que desciende al inframundo en la noche y se encuentra con Osiris, gobernante del inframundo y de los muertos. Su tema es la equiparación directa del faraón difunto con el dios del sol Ra, con su ba – alma, la cual es en realidad la representación de Osiris, y con el curso diario del sol. Ra, junto con el ba de Osiris como un dios, que "habla con una sola boca", despierta a los muertos hacia una vida nueva, así como cuida de los bienaventurados y castiga a los que lo merecen.

Aunque no es en realidad una parte de la Letanía de Ra, este Ra-Osiris con cabeza de Carnero se encuentra como una adición en la tumba de Nefertari. La gran cantidad de figuras y funciones de este dios sol nocturno en la Gran Letanía abre el camino a las tinieblas para los difuntos. Existe también un deseo por incluir al rey muerto en el curso del sol, que lo pueda proveer de un proceso de renovación diaria. El rey difunto expresa este deseo como "Mi nacimiento es el nacimiento de Ra en el Oeste". La conexión con el curso del sol es la razón por la que el texto que acompaña a la unión entre Re y Osiris está incluido en la ilustración del Libro de los Muertos maleficio 109, donde el sol es llamado "becerro recién nacido" en la tumba de Arinefer (TT290). Como un ave migratoria, Ra visita el infierno cada noche y al igual que todos los muertos, como es referenciado en el texto final de la Gran Letanía, se convierte en un habitante de la caverna.

Posteriormente, el fallecido habla por primera vez, indicando el grado de comprensión absoluta sobre las formas nocturnas en las que Ra se manifiesta, junto con sus nombres respectivos. Les implora que abran las puertas del infierno para él y su ba. Este es un aspecto de la Letanía de Ra que lo distingue de los Libros de las Tinieblas, siendo que en éstas últimas composiciones los fallecidos nunca intervienen. En los libros del Inframundo, el diálogo siempre se lleva a cabo entre el dios del sol y los habitantes del más allá.

Después de la Gran Letanía, la Letanía Segunda prosigue su relato con los habitantes del inframundo, a quienes les fue encargado preparar un camino especial para los muertos que tienen como misión el seguir a Ra. Sólo interrumpido por una invocación al sol nocturno ", que brilla entre los del infierno", la letanía tercera añade: "Bríndame tu guía hacia los caminos que llevan al Occidente:". Esto nos lleva a las primeras menciones de los difuntos, primero con Nun, y luego con Ra, su Ba y su ciclo. En el techo, el texto siguiente invoca al "Unificado" equiparando a los muertos con su Ba y su cadáver. En este sentido, esta es una sección muy importante de la composición por la forma en que se inserta al igual que por su contenido.

En este parte se hace una observación a propósito de la recitación que hace referencia a las formas de los dioses y las ofrendas que necesitan. A continuación, el rey fallecido presenta un discurso dirigiéndose a éstos como los "dioses que residen en el Oeste". Éste envía el mensaje "yo soy uno de ustedes" y posteriormente se identifica él mismo con el dios del sol con el que comparte el triunfo "sobre todos sus enemigos en el cielo y en la tierra". Más adelante se encuentra la breve Cuarta Letanía que consta de tres versos dobles donde Osiris es igualmente figura central. En este aparte, Ra y Osiris se saludan y extienden sus manos el uno con el otro. A través del poder de su Ba, Ra disipa la oscuridad de las tinieblas, permitiéndole ver al tiempo que el cuerpo fallecido busca al mismo tiempo la renovación de sus ojos y el regreso de su corazón.

La Letanía Quinta consta de ocho versos dobles. A propósito de este aparte, "Usted me ha hecho llamar, al igual que lo ha hecho con Akhty", puede entenderse como una evocación general de la bendición del dios. A continuación, hay una oración que implora por la liberación de las manos de los verdugos en inframundo, de sus calderos, sus trampas y sus hornos, ya que "soy Ra". Después de la representación de la majestuosa aparición del dios como el Ba a través de la consigna, "Oh Ra, ven a mí, oh guía" y algunas otras descripciones y diálogos relacionados con el "cansancio de corazón" en el inframundo, la Sexta Letanía contiene quince versos dobles. Aquí, nos encontramos con la representación de una diosa pelícano, que posiblemente representa la encarnación de Nut, la diosa del Cielo, quien se supone debe cuidar de las personas que han muerto.

Finalmente el fallecido hace su aparición en todo el esplendor del dios del sol. Cinco versos dobles conforman la Séptima Letanía en la que, "Verdaderamente me han permitido ascender" es seguida por la "Apoteosis de los miembros". En esta Letanía, las extremidades del rey muerto son divinizadas así como cada parte de su cuerpo se equipara al nivel de un dios, permitiendo que el difunto se convierta en "un Dios completo". Posteriormente, el rey también aparece como hijo de Dios y recibe órdenes de él.

Ahora, en un doble papel como Re y Osiris, se dirige a los individuos en duelo del inframundo, aquellos que "cuentan con las ofrendas", terminando esta sección con el regocijo de la Octava Letanía, "el granizo, correctamente guiado... ". La composición finaliza con una oración al reino de los muertos conocido como el "Oeste" en la Novena Letanía donde se hace una referencia final al rey difunto como Ra. Hacia el final se presenta una vieja fórmula que sugiere que el Ba pertenece al cielo y el cadáver a la tierra, con la frase adicional "entre los dioses".

27 de septiembre de 2011

Libro de la Vaca Sagrada


El "Libro de la Vaca Sagrada" o "Libro de la Vaca Celestial" es un texto que probablemente se originó durante el periodo de Amarna y, en parte, describe las razones del estado imperfecto del mundo como resultado de la rebelión de la humanidad contra el supremo dios del sol Ra.

El castigo divino fue infligido por la diosa Hathor con los supervivientes que sufren por la separación de Ra, que ahora residía en el cielo en la parte trasera de la vaca celestial Nut. Con esta "caída", el sufrimiento y la muerte entraron en el mundo, junto con la fractura en la unidad original de la creación.

El dios supremo ahora cambia en muchos cuerpos celestiales, crea los "Campos del Paraíso" para los muertos bienaventurados, probablemente nombra a Geb como su heredero, concede su poder sobre la humanidad a Osiris (a Thoth, que gobierna sobre el cielo nocturno como su suplente) con Shu y los dioses Heh apoyando a la diosa celestial Nut.

En el libro se describe igualmente la forma de representar a la vaca divina para que pueda proteger adecuadamente al difunto, siendo sus cuatro patas los puntos cardinales y por último, se especifican hechizos y fórmulas mágicas de protección.

Aunque el texto se registra en el período del Nuevo Reino, está escrito en lenguaje egipcio medio y podría haber sido escrito durante el período del Imperio Medio.

El "Libro de la Vaca Divina" pudo tener su origen en los mitos de los albores de los Textos de las Pirámides, donde se encuentran rastros del texto, siendo desarrollada la idea posteriormente durante el Nuevo Reino para explicar la muerte y el sufrimiento en una creación imperfecta. El trabajo ha sido visto como una forma de teodicea y texto mágico para asegurar la ascensión del rey al cielo. También se ha visto como una temática similar a otras historias más desarrolladas de la destrucción de la humanidad en Mesopotamia y en la Biblia con el mito del diluvio universal.

El texto puede encontrarse en cinco tumbas del Reino Nuevo: Tutanjamon (en el primer sarcófago), Seti I, Ramsés II, Ramsés III y Ramsés IV.

26 de junio de 2011

Libro de los muertos

Fragmento del Libro de los Muertos de Ani, donde se muestra a la momia del difunto asistiendo al ritual de apertura de la boca.

El Libro de los Muertos es el nombre moderno con que se conoce al antiguo texto funerario egipcio, utilizado desde inicios del Imperio Nuevo hasta el fin de dicha civilización. El nombre original en egipcio antiguo (ru nu peret em jeru) “Libro para salir durante el día” o “Libro para salir a la luz”. El texto está compuesto por un grupo de fórmulas mágicas escritas con la intención de asistir al difunto en su viaje a través del inframundo (Duat) hasta la sala del juicio de Osiris y de ahí al descanso eterno en el campo de los juncos (Sejet-Iaru).

Escrito habitualmente sobre rollos de papiro, aunque también sobre los vendajes de las momias y sarcófagos, así como otros objetos funerarios. Los textos tendían a ser escritos en columnas verticales o registros en vez de las habituales líneas horizontales y arreglados de forma retrógrada, es decir, los jeroglíficos mirando el final del texto en vez del principio.

Evolución del texto

El Libro de los Muertos se desarrolló a partir de una tradición milenaria de textos funerarios que datan del Reino Antiguo. Los primeros textos funerarios fueron los Textos de las Pirámides, utilizados por primera vez en la pirámide del rey Unas en la V dinastía (alrededor del año 2400 a.n.e.). Estos textos, como su nombre lo indica, fueron esculpidos en las paredes de las cámaras mortuorias de las pirámides, exclusivamente usados por los faraones de ese período con el objetivo de tomar su lugar entre los dioses del firmamento. Hacia finales del Reino Antiguo, con la democratización de la ultratumba real, los Textos de las Pirámides dejaron de ser exclusivos para la realeza y comenzaron a ser adoptados por los nobles en sus tumbas y sarcófagos, siendo este el origen de los Textos de los Sarcófagos. Datados a inicios del Reino Medio, los Textos de los Sarcófagos contenían nuevas formulaciones mágicas así como ilustraciones utilizadas en esta clase de textos por vez primera.

Los orígenes del Libro de los Muertos datan de inicios del Primer Período Intermedio en Tebas, Egipto. El primer ejemplo que ha llegado a nuestros días apareció en el sarcófago de la reina Mentuhotep de la XIII dinastía, en el que los nuevos encantamientos emergen junto a antiguos textos conocidos de los Textos de Las Pirámides y de los Textos de los Sarcófagos. Ya en la dinastía XVII el Libro de los Muertos se había hecho popular, no solo entre la familia real y los nobles, sino también entre todos aquellos adinerados que pudieran facilitarse el viaje al más allá. En los inicios, estos hechizos eran escritos sobre los vendajes de las momias, y ocasionalmente sobre sarcófagos e incluso rollos de papiro.

Durante el Imperio Nuevo este libro logró desarrollarse, consolidarse y extenderse mucho más hasta alcanzar sus máximas realizaciones. A diferencia de posteriores textos religiosos de otras culturas, no existía una copia maestra o un canon del Libro de los Muertos. Desde este período en lo adelante, este libro se escribía típicamente sobre rollos de papiro, y los textos ilustrados con viñetas. A partir del Tercer Período Intermedio, comenzó a escribirse en caracteres hieráticos, aunque ocasionalmente en los habituales jeroglíficos cursivos como antaño. Los rollos en hierático eran más baratos puesto que carecían habitualmente de ilustraciones, salvo una sola viñeta al inicio en la mayoría de los casos, y se producían por ende en pedazos más pequeños.

Durante las dinastías XXV y XXVI se llevó a cabo la revisión y final estandarización. Los hechizos fueron ordenados de forma consistente por vez primera, apareciendo los primeros rollos con series idénticas de estos encantamientos. Esta estandarización se conoce actualmente como Recensión Saíta. Durante el Período Tardío y el Período Tolemaico, el Libro de los Muertos se basó estrictamente en la Recensión Saíta, aunque mucho más abreviada durante el último período. También aparecieron nuevas composiciones como el Libro de las Respiraciones, así como alteraciones en la composición de algunos hechizos ya estandarizados. Se utilizó por última vez en el siglo I a.n.e., aunque algunos de los motivos pictóricos se continuaron utilizando durante el período romano.

Estructura

El Libro de los Muertos está compuesto por un gran número de textos individuales, que cercan las 200 composiciones, acompañados por ilustraciones. La combinación de hechizos utilizados en un rollo de papiro era variable, en dependencia de los textos a los que el escriba tuviera acceso, así como los gustos y riqueza de su dueño, aunque nunca ninguno los contenía todos. Las versiones más económicas eran realizadas en grandes cantidades por los templos y luego se les escribía el nombre del comprador. A partir del Período Saíta el orden de aparición de estos hechizos se hace regular, siguiendo una disposición estandarizada.

Esta regularidad no fue reconocida por los egiptólogos hasta que se publicó el precursor estudio de Paul Barguet en 1967, quien organiza los hechizos o capítulos como sigue:

- Capítulos 1-16: "Salir al día" (oración); marcha hacia la necrópolis, himnos al Sol y a Osiris.

- Capítulos 17-63: "Salir al día" (regeneración); triunfo y alegría; impotencia de los enemigos; poder sobre los elementos.

- Capítulos 64-129: "Salir al día" (transfiguración); poder manifestarse bajo diversas formas, utilizar la barca solar y conocer algunos misterios. Regreso a la tumba; juicio ante el tribunal de Osiris.

- Capítulos 130-162: Textos de glorificación del muerto, que se deben leer a lo largo del año, en determinados días festivos, para el culto funerario; servicio de las ofrendas. preservación de la momia por los amuletos.

- Capítulos 163-190: es un complemento de todo lo anterior, con fórmulas en donde se alaba a Osiris.

La mayoría de estos textos comienza con la palabra r (ra), que puede significar boca, discurso, capítulo, hechizo o encantamiento. Esta ambigüedad refleja la semejanza en el pensamiento egipcio del discurso ritual y el poder mágico. En este contexto, los egiptólogos lo traducen como capítulo o hechizo, indistintamente.

Utilidad

Los textos del Libro de los Muertos tenían un amplio rango de propósitos. Algunos estaban pensados para darle al difunto conocimiento místico de la otra vida, o identificarlos con las divinidades, como el capítulo 17 en que se describe al dios Atum. Otros resultan ser encantamientos que asegurarían la preservación y reunificación de las diferentes partes del difunto, así como darle control sobre el mundo a su alrededor. Asimismo algunos le protegerían de varias fuerzas hostiles, o le ayudarían a vencer ciertos obstáculos a su paso por el inframundo. Existen dos pasajes en los que se narra el famoso juicio del muerto conocido como el ritual del pesaje del corazón.

Los textos e imágenes tenían un simbolismo tanto religioso como mágico. La magia era una actividad tan legítima como la adoración de los dioses, aún cuando la magia pretendía controlar a los propios dioses. De hecho, los antiguos egipcios no hacían gran distinción entre las prácticas mágicas y religiosas, sin embargo el estudioso o el lector moderno no deben confundir la magia egipcia con el significado que ha adquirido en la actualidad dicho término. El concepto egipcio de magia (heka) estaba muy vinculado a la palabra escrita y hablada. El hecho de pronunciar una fórmula ritual era un acto de creación; donde yace la idea de que la acción y el discurso eran una misma cosa. El poder mágico de las palabras se extendía también a la palabra escrita. La tradición cuenta cómo la escritura jeroglífica fue creada por el dios Thot, y cómo los propios jeroglíficos eran mágicos. Las palabras escritas en sí contenían todo el poder de un hechizo. Esto era igual de cierto aún cuando el texto fuera abreviado u omitido, como sucedió comúnmente en rollos postreros de este libro, particularmente cuando eran acompañados de imágenes.

Los egipcios creían que conociendo el verdadero nombre de alguien o algo, les daría poder sobre la persona u objeto. De este modo, el Libro de los Muertos equipara al difunto de los nombres místicos de muchos de los seres divinos con que podría encontrarse en la otra vida, garantizándole el poder sobre ellos. De este modo pueden encontrarse no solo los nombres de los guardianes de puertas, sino también de las propias puertas y de cada una de sus partes constituyentes, etc.

Muchas técnicas mágicas son empleadas, similares a las utilizadas en la vida cotidiana. Gran número de estos hechizos provienen de amuletos, los que protegerían al muerto de ser dañado. Además de ser escritos sobre papiro, estos textos de protección aparecían sobre amuletos que eran colocados entre las envolturas de las momias. Estos amuletos tenían diferentes formas y representaban diversas divinidades, las que protegían determinada parte del cuerpo. Muy conocido resulta el escarabajo de corazón, el que contiene un encantamiento que le impediría ir en contra del muerto en el día del juicio.

Papiros y capítulos célebres

Ha quedado clara la singularidad de cada papiro portador de hechizos del Libro de los Muertos, siendo cada ejemplar único no solo por la selección y disposición de los capítulos, sino también por la utilización de viñetas, el tipo de escritura, la factura y su propietario, etc. El acceso que el público tiene a estos milenarios manuscritos, ya sea en lo museos o a través de su divulgación en publicaciones comerciales, sin dejar fuera las características propias de cada papiro, determinan la celebridad de cada uno. He aquí algunos de los más destacados:

- Papiro de Ani. Versión más conocida y más completa, profusamente decorada con viñetas policromadas de gran factura. Perteneció al escriba real Ani (dinastía XIX) y se encuentra en el Museo Británico. Publicado en 1895 por primera vez.

- Papiro de Nebseni. Papiro con viñetas monocromadas. Perteneciente a Nebseni (dinastía XVIII), actualmente en el Museo Británico.

- Papiro de Nu. Perteneciente a Nu, administrador del portador del sello (dinastía XVIII), también en el Museo Británico.

Por su atípico contenido, característico de la producción en el Período Tardío, el papiro de Bakenur, más conocido como papiro Hood, no debe quedar ajeno de mención. Su dueño, Bakenur, fue funcionario del Templo de Amón en Karnak durante la dinastía XXI. Con más de tres metros de largo, el papiro conserva sus pigmentos originales y se encuentra en buen estado de conservación, incluyendo sus viñetas policromadas. Puede considerarse representante de los papiros menos conocidos, ya que no ha sido publicado como los anteriores, inclusive se encuentra sin traducir, trabajo que se efectúa en la actualidad por el Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana (donde se encuentra atesorado), y por el Grupo para el Estudio y la Promoción de la Egiptología.

Capítulo 125

Uno de los más famosos e importantes capítulos del Libro de los Muertos es sin dudas el titulado "Fórmula para entrar en la sala de la doble Maat", en el cual el difunto se presenta ante el tribunal de Osiris, donde su corazón (símbolo de conciencia y moralidad) es puesto a prueba en la balanza de la justicia y la verdad, prueba de vital importancia para continuar su camino en el mundo de los muertos hasta alcanzar los fértiles campos de los juncos. Poseedor de indudable complejidad y extensión, este capítulo contiene 42 purificaciones más conocidas como "confesiones negativas", declaraciones de inocencia que el difunto realizaba ante los dioses del tribunal a fin de justificar sus acciones personales, lo que pone de manifiesto la gran importancia moral que este capítulo significaba para los antiguos egipcios.


Sala de la Doble Maat. En la parte superior aparece la invocación, dividida por el símbolo de la divinidad a la que se dedica y en la inferior la declaración de inocencia.

Algunas estudiosos han comparado estas 42 purificaciones con los "Diez Mandamientos" del judaísmo y el cristianismo, por su rara similaritud, lo que ha llevado a concluir que el segundo es una versión posterior de la primera. Cada una de las 42 líneas consiste en una oración y una purificación: se parte de la invocación de un dios local para cada una de los 42 nomos del Antiguo Egipto, y se termina con una declaración de algo que una persona no hizo en vida. Ampliamente se reconoce que estas líneas eran en realidad requerimientos sacerdotales antes de servir en un templo. Como se suponía que el difunto estaba a punto de entrar en la presencia del Gran Dios, tiene sentido que debiera ser "purificado" de la misma manera que un sacerdote.

Descubrimiento, traducción y publicación

Se tienen noticias de este libro desde la Edad Media, aún cuando sus textos no eran conocidos ni mucho menos comprendidos. Es esta una de las razones, unido a su presencia en las tumbas, lo que le granjeó su inclusión dentro de la literatura religiosa, así como su malinterpretación al equipararlo con la Biblia o el Corán.

Su primera aparición pública en la modernidad ocurre en la Descripción de Egipto, producida por el personal científico que acompañó a Napoleón en su campaña egipcia hacia 1805. No hasta 1822 llega a ser examinado por Jean Françoise Champollion, padre de la Egiptología y quien descifró la escritura jeroglífica, identificándolo como parte del ritual funerario.

La primera traducción completa ocurre en 1842, y se debe al egiptólogo Karl Richard Lepsius, quien lo denominó “Libro de los Muertos” e introdujo el sistema de numeración que se utiliza hasta nuestros días. Un estudio comparativo de los diferentes ejemplares de este libro fue sugerido por Lepsius y materializado por Edouard Naville, quien lo comenzó en 1875 y terminó en 1886. La edición de este proyecto incluyó tres volúmenes con una selección de las viñetas de cada uno de los 186 hechizos hasta el momento descubiertos, así como las variaciones del texto en cada uno y comentarios. En 1876 el Museo Británico publicó una copia fotográfica del papiro de Nebseni.

Más adelante, en 1895, se publicaron ediciones más precisas –hoy en día consideradas desactualizadas–, incluyendo tanto jeroglíficos como traducciones al inglés, también por el Museo Británico, a cargo del curador de antigüedades E. A. Wallis Budge, el mismo que descubrió y sacó de Egipto el famoso papiro de Ani. Traducciones más recientes al inglés se deben a R. O. Faulkner (1972) y a T. G. Allen (1974). Según se ha avanzado en la investigación comparativa, los egiptólogos han identificado un total de 192 capítulos, aunque algunos sugieren la existencia de varias decenas más, problema que se encuentra en debate actualmente.

25 de mayo de 2011

Libro de las Cavernas

Escena del Libro de las Cavernas en la Tumba de Ramsés IV

El Libro de las Cavernas es el texto más tardío de los Libros del Imperio Nuevo de Egipto, y se le llama así porque en él el Duat (Más Allá) está dividido en cavernas. También es el más literario, predominando los textos sobre las imágenes.

El difunto atraviesa en su recorrido una serie de cuevas, y se relatan los premios que puede recibir, así como los castigos que se padecen: tiene la mejor descripción del infierno que nos han legado los egipcios.

Así como el Libro del Amduat describe el camino a seguir por el difunto y el Libro de los muertos enseña toda clase de sortilegios para llevar a buen fin el viaje al otro mundo, éste da la información para que eluda cometer actos durante su vida que serán severamente castigados en la otra. Una versión completa se encuentra en el cenotafio de Sethy I, y otra en la tumba de Ramsés VI (KV9).

Descripción

Está dividido en dos mitades por dos pinturas del dios sol con cabeza de carnero, que constan a su vez de tres partes (en total seis divisiones) combinando el texto con las imágenes, en lugar de las horas en que se dividen los otros libros: Libro del Amduat y Libro de las Puertas. Hay una serie de óvalos que representan ataúdes, y en el registro inferior los enemigos del dios Sol son representados cabeza abajo, en colores rojo y negro, con las manos atadas a la espalda. La procesión avanza paralelamente al camino del dios por las cavernas, hasta que son quemados en calderas en la división quinta mientras el sol nace desde la Duat.

Diferencias con otros libros

- No divide el viaje en doce horas.

- La barca solar sólo aparece al final.

24 de mayo de 2011

Libro de las Puertas

Las cuatro razas: egipcios, libios, nubios y asiáticos. Tumba de Sethy I

El Libro de las puertas es un texto sagrado del antiguo Egipto datado en la época del Imperio Nuevo. Narra el viaje del espíritu de un difunto en el otro mundo, y está relacionado con la marcha del Sol, aunque transcurre durante las horas nocturnas, en la Duat. El espíritu requiere pasar una serie de "puertas" en diferentes etapas del viaje. Cada puerta se asocia a una diosa diferente, y requiere que el difunto reconozca el carácter específico de cada deidad. El texto da a entender que algunas personas pasarán incólumes, mientras que otras sufrirán tormento en un lago de fuego.

La parte más célebre del Libro de las puertas se refiere a las diferentes razas de la humanidad conocidas por los egipcios; dividiéndolas en cuatro categorías que son normalmente expuestas como "egipcios", "asiáticos", "libios" y "nubios". Se les representa en procesión, entrando en el otro mundo.

El texto y las imágenes asociadas con el Libro de las puertas aparecen en muchas tumbas del Imperio Nuevo, inclusive en todas las tumbas de los faraones desde Horemheb a Ramsés VII. También se muestran en la tumba de Senneyam, un trabajador del poblado de Deir el-Medina, la antigua localidad de artesanos y artistas que construyeron las tumbas de los faraones del Imperio Nuevo

Cada diosa del Libro de las puertas tiene un título diferente, y portan vestidos de color distinto, pero son idénticas en todo lo demás, llevando todas sobre sus cabezas estrellas. La mayor parte de las diosas son específicas del Libro de las puertas, y no aparecen en otros textos de la mitología egipcia, así que se ha sugerido que el relato se originó simplemente como un sistema para determinar el ciclo nocturno, con una diosa en cada puerta, siendo estas una alegoría de la principal estrella que surge en cada hora.

23 de mayo de 2011

Libro del Amduat

Representación del paso de la barca solar por el inframundo durante la quinta hora de la noche en la tumba de Tutmosis III

El Libro del Amduat es un texto religioso del Antiguo Egipto que data del Imperio Nuevo. Su nombre egipcio es (ta medyat imit duat), que significa "El Libro de lo que está en el Inframundo" o también "El Libro de la Cámara Secreta", aunque este término se aplicaba, de forma general, a otras obras funerarias, relativas al mundo subterráneo. Describe el recorrido de Ra durante las doce horas de la noche por el mundo subterráneo de los muertos, renaciendo al amanecer y tras vencer todos los peligros con los que se enfrenta en su viaje, en forma de Jepri. Representa el primer intento de dar a conocer, de forma detallada, la cartografía del más allá (tiene como antecedente el "Libro de los Dos Caminos", de los Textos de los Sarcófagos), con el fin de orientar al difunto rey y asegurar su renacimiento. Junto al Libro de las Puertas y al Libro de las Cavernas forma el corpus funerario de las tumbas reales de las dinastías XVIII y XIX (Imperio Nuevo), y se ha encontrado inscrito además en un papiro del Louvre y dos tumbas particulares, la del visir Useramón (Dinastía XVIII) y la de Pedamenope (Dinastía XXVI).

Existen dos versiones de la obra, la extensa y la reducida. Esta última sólo incluye textos, mientras que la extensa, la más representada, está acompañada de numerosas ilustraciones. Cualquiera de sus dos versiones se encuentran representadas total o parcialmente en tumbas reales de la dinastía XVIII y sobre todo de la XIX dinastía y en algunas tumbas de nobles del Imperio Nuevo. En la tumba del visir Useramón, de época de Tutmosis III, aparece la segunda redacción más antigua de la versión extensa y la más antigua de la reducida. Posteriormente, durante el Período Tardío, en un intento de remarcar el proceso de renacimiento, se representaron las horas novena a duodécima en sarcófagos y papiros de algunos particulares.

Estructura

El calendario egipcio dividía cada día en veinticuatro horas, doce correspondientes al período de luz solar, en las que Ra surcaba el cielo en su barca diurna, y doce relativas al más allá, cuando el Sol atravesaba las regiones oscuras de la Duat en la barca nocturna. El Libro del Amduat establece las doce divisiones correspondientes a las doce horas nocturnas, dando una descripción de cada una de estas. La estructura es muy similar a los otros dos texos de literatura funeraria real del Imperio Nuevo, el Libro de las Puertas y el Libro de las Cavernas, pero aquí el Sol no tiene que atravesar ninguna puerta. Cada una de las divisiones está representada en tres registros, excepto la primera hora que incluye un cuarto registro adicional.

Registro central: El central comprende el recorrido de la barca por el río del Duat, asimilado al Nilo, aunque sólo en la segunda y tercera horas discurre por el agua; en el resto aparece sobre un pequeño rectángulo que representa el agua. Sólo es remolcada en las horas cuarta, quinta, octava y duodécima.

Dioses acompañantes: A diferencia de los otros textos, en los que la representación de la barca es siempre la misma, en el Libro del Amduat puede variar según las horas. El séquito que la acompaña, normalmente, está formado por Upuaut, Sia, La Señora de la Barca, La Carne de Ra (Auf-Ra), representado con cabeza de carnero como símbolo del Ba, Horus de las Alabanzas, El Toro de la Verdad, El Vigía, Hu y el Guía de la Barca. Hay excepciones, como en la segunda hora, en la que aparecen Isis y Neftis como dos serpientes. En algunas, como la primera, la proa de la barca está cubierta por una esterilla de juncos, y a partir de la segunda, tanto la proa como la popa acaban en flores de loto, excepto en la cuarta y quinta que terminan con una cabeza de serpiente. La imagen típica de una serpiente rodeando al dios sólo aparece desde la séptima división.

Registro superior e inferior: Los otros dos registros, el superior y el inferior, describen las orillas del río y en ellos aparecen los seres que las habitan y textos descriptivos.

Contenido


Generalmente, las ideas cosmogónicas representadas en el Libro del Amduat son las asociadas al viejo sistema heliopolitano, modificadas de modo que respondan al sistema tebano con el creciente dominio de Amón-Ra durante el Imperio Nuevo. En él se confirma la primacía de la creación de Ra por sí mismo como Jepri. Es significativo que en el segundo registro de la hora duodécima Ra es remolcado a través del cuerpo de una serpiente y "sale de su boca, naciendo en su forma de Jepri y de los dioses que están en su barca". Por esto, como el creador crea su nueva forma emergente de Jepri, también crea las formas de los otros dioses de su tripulación como manifestaciones de sí mismo. Posiblemente tuvo lugar el mismo tipo de creación, por multiplicación de sus formas, cuando él creó la Enéada, aunque en el primer registro de la quinta hora parece decir que tal creación de formas tuvo lugar después de la creación de sus cuerpos: "Respirad, Oh Enéada de dioses, que vinísteis a la existencia de mi carne cuando vuestras formas aún no estaban creadas".

La comparación del renacimiento de Ra con el proceso de nacimiento del escarabajo cuando empuja su huevo se menciona en el primer registro de la décima hora donde se dice que los dioses de la caverna del oeste ("donde Jepri descansa con Ra") están bajo la forma y nacimiento de Jepri cuando él lleva su huevo hacia esta ciudad para salir después por el horizonte oriental del firmamento. Formas de serpiente como Nehebkau ("El Proveedor de Formas") fueron importantes en las etapas más tempranas de la creación y tal importancia queda reflejada a lo largo de este libro, particularmente en las últimas horas de la noche que preceden al renacimiento del Sol.

Duodécima hora en la Cámara del Sarcófago de Tutmosis III

Continuando con su autogeneración, el dios primigenio creó a los dioses y a la humanidad. Tal papel de la creación se refleja en esta obra mediante contínuas referencias a su regalo de vida y aliento a todos los dioses y espíritus del Duat. Por ejemplo, en el tercer registro de la segunda hora, los dioses que ya han confirmado su señorío de tiempo, mostrándole con rasgos de vejez, se dice que "viven por medio de la voz de este Gran Dios. Sus gargantas respiran cuando él les llama y les asigna sus deberes". Claramente la doctrina de la palabra creadora, que forma parte del sistema heliopolitano bajo la forma de las divinidades Hu y Sia como Mandato y Concepto personificados, es evidente en la revivificación temporal de los dioses del inframundo cuando oyen la voz de Ra cada noche. Clagett da importancia al hecho de que Sia y Hu acompañen al dios solar como parte de la tripulación de su barca, sustituyendo a Heka (la Magia) por Hu en una ocasión. La importancia de las invocaciones mágicas se acentúa en el segundo registro de la hora séptima donde se dice que la barca solar "es remolcada por las invocaciones mágicas de Isis y del Mago Mayor". Pero aquí no se alude tanto a las palabras creadoras como a las destructoras, puesto que el propósito de la magia de Isis y del Mago Mayor es rechazar a la serpiente Neha-her o a la serpiente Apofis.

El Abismo preexistente del que el Gran Dios vino, por sí mismo, a la existencia, acecha por todas partes del mundo inferior en este libro y es considerado como un peligro constante para el dios creador. De forma parecida, las criaturas del Abismo, las no existentes, se dice, en el tercer registro de la hora tercera, que son aniquiladas por los dioses de esa hora y son las no existentes quienes viven en unas "Casas del Lugar de Aniquilación".

Cosmogonía

Se deduciría claramente del Amduat que el concepto de nacimiento y muerte de los dioses ha sido elaborado significativamente más allá de:

 - La primera idea heliopolitana de generaciones sucesivas de dioses, comenzando con Atum, luego siguiendo con sus hijos Shu y Tefnut, luego Gueb y Nut, seguidos de sus hijos Osiris, Isis, Seth y Neftis y finalmente Horus, el hijo de Osiris e Isis: en total, cinco generaciones; y

- La muerte de Osiris y su resurrección en el Duat. Ahora vemos mencionado en esta obra no sólo el cadáver de Osiris (segundo registro de la quinta hora), sino también el de Seker y el del mismo Jepri. En la quinta hora vemos la cabeza de Seker sobresaliendo de su enterramiento como montículo piramidal de arena, mientras que el cuerpo de Jepri "en carne y hueso" se menciona en el segundo registro de la quinta hora. Realmente, el dios solar, cuando viaja como la "Carne de Ra", es un cadáver, aunque muy poderoso y capaz de efectuar su propio renacimiento.

Simbolismo

Seguramente es de interés el que, en este renacimiento, Ra deja trás de sí su "Imagen de Carne" momificada, apoyada en el límite final de la duodécima hora. Además, los cadáveres de los numerosos dioses anónimos que residen en las regiones del inframundo yacen inertes hasta que reviven por un tiempo mediante la voz de Ra cuando él les habla. En el primer registro de la quinta hora, el mismo Gran Dios confirma la muerte de los dioses diciendo: "Qué bello es el gran camino dentro de la tierra, el camino a la tumba y lugar de descanso de mis dioses", y el verdadero nombre de la ciudad de la octava hora "Sarcófago de sus Dioses" es una evidencia más de la existencia de cadáveres divinos. Presumiblemente estos dioses que viven en el Duat y que tienen cadáveres se distinguen, de alguna forma, de los dioses que viven en el cielo, los dioses-estrellas. Tales dioses son arengados por Horus en el tercer registro de la séptima hora, donde les dice: "Que vuestra carne esté en condiciones, que vuestras formas vengan a la existencia, para que podáis descansar en vuestras estrellas". Pero incluso aquí hay implícita una forma de resurrección de los cadáveres.

La doctrina de los nombres secretos y formas de los dioses se refleja también brevemente en este libro, cuando los dioses que se sientan sobre sus signos jeroglíficos de ropaje en el tercer registro de la octava hora se dice que son así: "como las formas secretas de Horus, el heredero de Osiris". En la novena hora las formas y creaciones o trasformaciones (ḫprw) parecen mostrar un tipo de existencia incorpórea y separada, ya que la ciudad de la novena región es llamada "La que Brota de Formas, la que Vive para las Transformaciones". De forma similar, la puerta de la décima hora es llamada "Grande de Creaciones (o Transformaciones), La que Lleva las Formas". Las imágenes de los dioses, presumiblemente sus estatuas o representaciones, se mencionan constantemente a través de la obra y obviamente tienen un significado especial dentro del punto de vista egipcio de los dioses. Mientras que no pueden conocerse las formas secretas de los dioses, se puede al menos percibir sus imágenes, aunque el significado de las imágenes o su verdadera naturaleza no es cognoscible.

Como en el caso de los seres humanos que tienen (bau) o almas que les permiten, después de la muerte, abandonar sus cuerpos, ir y volver, así también los dioses y espíritus muertos del Duat, en este libro, tienen además tales personalidades espirituales y realmente los bau están incluidos en la lista de seres del índice de contenidos introductorio, cuya localización en el mundo inferior va a ser descrita en la obra.

18 de mayo de 2011

Textos de las pirámides

Pared sur de la antecámara de la pirámide del rey Unis, donde se observan grabados fragmentos de los Textos de las Pirámides

Los Textos de las Pirámides son un grupo de textos religiosos del Antiguo Egipto que datan del Reino Antiguo. Son considerados los textos religiosos conservados más antiguos del mundo. Escritos en egipcio antiguo, estos textos se encuentran esculpidos en las paredes y los sarcófagos de las pirámides de Saqqara provenientes de la V y VI dinastías faraónicas. Los textos más antiguos datan de entre 2400-2300 a.n.e. Contrario a los Textos de los Sarcófagos y a el Libro de los Muertos hacia los que evolucionaron los Textos de las Pirámides, eran preservados únicamente para los faraones y no contenían ilustraciones. Luego de la Piedra de Palermo, los Textos de las Pirámides señalan la primera mención del dios Osiris, el que se convertiría en la deidad del inframundo más importante de la religión egipcia.

Estos textos tenían como objetivo la protección del cadáver del rey muerto, así como facilitarle el paso hacia la otra vida que, según la creencia, se desarrollaría en el cielo junto al ka de su padre Ra. Los hechizos y encantamientos que contienen se supone abrirían los caminos al rey difunto hacia la eternidad, por medio de rampas, escaleras, o a través del vuelo directo hacia la divinidad. Comprende además las ideas sobre el mito de la creación y la lucha entre el bien y el mal simbolizados por los dos contrincantes, Horus y Set, plagado de leyendas mitológicas y otras formulaciones mágicas que permitirían la resurrección y asimilación del faraón con los dioses, inclusive amenazándolos cuando éstos no le fueran favorables.

Las fuentes murales

Los Textos de las Pirámides, como su nombre lo indica, se han descubierto en los pasajes, antecámaras y cámaras mortuorias de las pirámides construidas para los reyes que gobernaron Egipto en el Reino Antiguo desde finales de la V dinastía hasta la dinastía siguiente. El texto más conocido proviene de la pirámide del rey Unis, el último monarca de la dinastía V. Los demás provienen de de las pirámides de Teti, Meryra-Pepy (Pepi I), Merenra-Antyemsaf (Merenra), Neferkara-Pepy (Pepi II) y Kakara Ibi (Aba) y en las de las esposas de Pepi II: Neit, Iput y Udyebten, todos de la dinastía VI. Al contrario de lo que puede darse por sentado, las famosas pirámides de Giza, célebres por ser parte de las 7 maravillas del mundo antiguo, no contienen texto alguno en su interior ni referencia alguna a estos hechizos. Posteriormente aparecen algunos de los pasajes de estos textos grabados en tumbas de nobles del Reino Medio, el Imperio Nuevo y el Período Tardío.

La versión más antigua (Pirámide de Unis) consta de 228 hechizos, aunque en conjunto se han recopilado un total de 759. Ninguna de las pirámides contiene todo el conjunto de hechizos en su totalidad. Su descubrimiento se debe al francés Auguste Mariette en 1880, cuyos trabajos fueron continuados por su coterráneo Gastón Maspero, quien tradujo los promeros textos. Más adelante fueron traducidos al alemán por Kurt Sethe, al francés por Louis Sleepers y al inglés por Raymond O. Faulkner y Samuel A. B. Mercer.

Estructura

Cada uno de los encantamientos o declaraciones se distribuyen por todas las salas, corredores de acceso, antecámara o cámara funeraria, pero no en el serdab. Los textos se encuentran agrupados en columnas y separados por líneas de división, que bien pudieron ser trazadas antes de realizar los jeroglíficos, pues al menos en la pirámide de Unis, se observa que las columnas son del mismo ancho. En algunas, estaban policromados y conservan aún restos del color original. Comienzan con la frase ḏd mdw (dyed medu o "palabras para ser dichas"), aunque en la pirámide de Unis sólo aparece al principio de la obra, y acaban con la palabra (jut) correspondiente al término "morada" o "residencia."

La numeración de las fórmulas establecida por Sethe, aunque aparentemente no parece la más apropiada, es la utilizada hasta estos momentos puesto que cualquier otra secuencia tampoco conduce a una disposición lógica. Si se hace la idea de que la distribución se ajusta a un recorrido relacionado con los oficios fúnebres, un sacerdote iría leyendo los textos desde la entrada de la pirámide hacia el interior o bien realizaría la lectura a la vuelta del ritual. La estructura y numeración realizada por Sethe, que se ha mantenido como norma, comienza en la pared de la cámara funeraria y a través del corredor de acceso y finaliza en el corredor de la entrada, ajustándose más al segundo caso, al ritual inverso. Debe notarse además que en diferentes pirámides hay declaraciones ubicadas en los mismos lugares, así como también existen pasajes que aparecen en zonas diferentes e incluso dentro de la misma pirámide hay textos repetidos, con variantes, distribuidos en cámaras diferentes.

Contenido

Aunque los textos más antiguos pertenecen a finales de la dinastía V, pueden identificarse ideas religiosas mucho más antiguas que pueden seguirse incluso hasta el Período Predinástico, los orígenes de la civilización egipcia. Inclusive, algunos de sus pasajes pueden encontrarse en estelas y mastabas de las dos primeras dinastías. Esto demuestra que los Textos de las Pirámides, ya hacia el año 2300 a.n.e., reflejaban un sistema religioso que se había conservado desde mucho antes a través de la tradición oral en la que los antiguos egipcios se habían cuestionado acerca de los orígenes de la vida en el universo y de su futuro después de la muerte. Todo lo anterior hace pensar que cuando fueron recopilados, las leyendas debían ser de amplio conocimiento, al menos en los círculos religiosos, por lo que es posible que hubiesen sido escritas aunque no hayan perdurado hasta estos momentos.

Los investigadores parecen llegar al consenso de que estos textos representan letanías recitadas durante los rituales fúnebres, por los sacerdotes encargados de oficiar el entierro. A pesar de que no se puede conocer con claridad su intención precisa, sí se puede confirmar que fueron escritos para asegurar la resurrección del faraón y su supervivencia y bienestar en la otra vida, para lo que contaba con la ayuda de las fórmulas que le permitirían librarse de los peligros topográficos, de los animales dispuestos a acecharle, junto con rituales de incensación, ofrendas de comida, bebida y vestuario, etc. Existe además un objetivo vital, que pasa por la transformación del rey difunto en un (aj), el más importante de todos los aju (plural de aj) que habitaban el otro mundo, un paso intermedio hacia el definitivo estado divino, con el que su inmortalidad quedaría asegurada. Esto se conseguía proporcionándole los medios necesarios para ascender al cielo como una estrella. En este sentido es de destacar la gran cantidad de declaraciones en las que se le facilita al rey un medio para ascender al cielo o transfigurarse en un ser divino.

De forma general pueden identificarse dos teorías cosmológicas: por un lado mitos solares, contemporáneos de los faraones que mandaron escribirlos; por otro lado unas ideas más antiguas relacionadas con la mitología estelar. En la primera el faraón es conducido hacia el dios solar Ra, mientras que en la segunda el camino a emprender se dirige a las estrellas circumpolares, aquellas que por no desaparecer nunca del cielo nocturno eran consideradas inmortales. Según James P. Allen, esta identificación constante del rey con las estrellas imperecederas refleja la marca distintiva de la nueva existencia del rey difunto frente al rey vivo y que no es otra que la inmutabilidad, y la eternidad, conceptos que aparecen también asociados al proceso de momificación y a la construcción del complejo piramidal. Este es el primer cambio reflejado en la nueva existencia del rey, que se transforma desde una vida marcada por inevitables cambios físicos y con medida del tiempo en otra existencia eterna e inmutable que cambia sólo cuando él lo decide. A pesar de las alusiones celestes al identificar al rey difunto con Horus, también se le identifica con Osiris y por ende se introducen por primera vez pasajes del mito osiríaco que comenzaría a ganar importancia nacional desde este momento.

Fragmentos

Tras la muerte, el rey asciende al cielo junto a su padre Ra, como se describe en la declaración 214:

. ¡Oh rey cuídate del lago! ¡Oh rey cuídate del lago! ¡Oh rey cuídate del lago! ¡Oh rey cuídate del lago! Los mensajeros de tu Ka vienen por ti. Los mensajeros de tu padre vienen por ti. Los mensajeros de Ra vienen por ti, por eso vete tras tu sol y purifícate, porque tus huesos son los de los halcones divinos que residen en el cielo. Ojalá estés al lado del dios, ojalá partas y asciendas hacia tu hijo, ojalá encadenes (?) a todos los que puedan hablar mal de tu nombre. Asciende, porque Gueb le ha confiado a un orden inferior en su ciudad para que pueda huir y caer abatido. Pero te bañarás en el firmamento estrellado, descenderás sobre las cintas de hierro en los brazos de Horus en su nombre de 'Aquel que está en la barca-ḥnw.

En las declaraciones 273 y 274 se describe al rey dando caza y comiendo los miembros de los dioses, en lo que se ha venido a conocer popularmente como himno caníbal:

- El rey es el Toro del cielo, quien conquista (?) a voluntad; quien vive de la existencia de cada dios, quien come sus entrañas (?), de aquellos que vienen con sus cuerpos llenos de magia desde la Isla del Fuego. […] El rey es aquel que come hombres y vive de los dioses. […]

El rey convertido en estrella se equipara con los dioses. En la declaración 442 se develan además la asimilación del rey muerto con Osiris (representado por la constelación de Orión):

- Mi amado, dijo su madre; Mi heredero, dijo su padre de aquel a quien el cielo concibió y la luz del alba dio a luz. Oh Rey, el cielo te concibe con Orión, la luz del alba te da a luz con Orión. Aquel que vive, vive por el mandato de los dioses, y tú vives. Ascenderás regularmente con Orión desde la región oriental del cielo, descenderás regularmente con Orión en la región occidental del cielo, el tercero de vosotros es Sotis, pura de tronos, y es ella quien os guiará sobre los hermosos caminos que están en el cielo, en el Campo de Juncos.

Evolución de los textos y las ideas religiosas

La antigua idea preconizada en los Textos de las Pirámides de que sólo el rey podía ascender a los cielos junto a Ra, recibiendo cada noche la posibilidad de nacer al nuevo día por medio de su comunión con Osiris, comenzó a desaparecer a finales del Reino Antiguo, cuando los egipcios comenzaron a anticipar una vida en el más allá semejante a la de su rey, en el proceso conocido como “la democratización de la ultratumba real”, o del culto real a Osiris. La evolución de estas ideas iría acompañada de la evolución de los textos, dando lugar a los Textos de los Sarcófagos, que durante el Primer Periodo Intermedio comenzaron a escribirse en los sarcófagos de los nobles y potentados. Durante el Reino Medio son de dos tipos: biográficos, narrando también la vida del difunto; o jurídicos, describiendo el legado de sus bienes.

Durante el Imperio Nuevo, empezaron a escribirlos en papiros que se depositaban dentro del sarcófago, alcanzando gran difusión y dando origen al denominado Libro de los Muertos, en el que se describe el viaje del espíritu del difunto por el inframundo en su lucha para obtener la inmortalidad. Este texto experimentará postreras evoluciones hasta la dinastía XXVI. La inmortalidad ya alcanzan a disfrutarla aquellos "egipcios justos" que pudieran recitar en la Duat las fórmulas del Libro de los Muertos y costearse los rituales de embalsamamiento y entierro, para preservar su ba.

17 de mayo de 2011

Textos de los sarcófagos

Sarcófago característico del Primer Período Intermedio

Los Textos de los Sarcófagos son un grupo de fórmulas funerarias escritas por los antiguos egipcios sobre los sarcófagos a partir del Primer Período Intermedio. Se derivan en parte de los primigenios Textos de las Pirámides, aunque contienen nuevo material que se aleja sustancialmente de los primeros, mostrando los deseos y temores cotidianos de la gente común, como muestra de la “democratización de la ultratumba real”, o el fin del acceso exclusivo del rey a la otra vida, puesto que desde ese momento todo egipcio (en un principio solo los nobles) que pudiera pagarse un sarcófago y los rituales funerarios tenía acceso a estos textos.

Como su nombre moderno sugiere, estos textos que recogen unas 1185 declaraciones, han sido encontrados sobre los sarcófagos fundamentalmente del Reino Medio, aunque también inscrito eventualmente sobre las paredes de las tumbas, estelas funerarias, cofres canópicos, papiros e incluso máscaras mortuorias.

Debido a la limitada superficie de muchos de estos objetos funerarios, muchos de estos hechizos eran comúnmente abreviados, dando lugar a versiones de variada longitud de algunos de ellos, parte de los cuales también serían posteriormente reproducidos en el Libro de los Muertos.

Evolución

El origen de los Textos de los Sarcófagos se encuentra en los llamados Textos de las Pirámides, inscripciones jeroglíficas realizadas en las pirámides de faraones de la V a la VIII dinastía, aunque incluyen nuevos pasajes y creencias características del Reino Medio. Desde Unis, y a lo largo de la VI dinastía los faraones acostumbraron a decorar las paredes de sus pirámides con textos. En ese momento la resurrección estaba limitada a la realeza, y posteriormente fue ampliándose a la nobleza, dando lugar a los Textos de los Sarcófagos.

Aunque aparecen por vez primera desde el Primer Período Intermedio, estos textos se desarrollaron fundamentalmente en el Reino Medio, época en la que el pueblo consiguió el derecho a ser enterrado en sarcófagos y emplear los textos antes reservados a la nobleza.

Los escritos, en su mayor parte realizados en jeroglíficos cursivos o hierático, son de inspiración solar y osiríaca, con fórmulas mágicas y textos que ayudan al difunto a protegerse en la otra vida de los animales y peligros que puedan acecharle. El objetivo final es asegurar la inmortalidad del difunto, incluyendo además fórmulas para alimentarlo.

Durante el Imperio Nuevo se produjo una "liberalización" definitiva de los rituales de resurrección. Fue entonces cuando el pueblo pudo acceder a las fórmulas sagradas, siempre que pudiese pagar el proceso de momificación y algún pasaje de recitaciones que le permitiese vencer todos los males que pudieran acecharle en su peligroso viaje por el inframundo. Estos dieron lugar al Libro de los Muertos, una recopilación de fórmulas, ofrendas y rituales que hacían posible la salvación del difunto.

Contenido

En contraste con el reino celestial descrito en los Textos de las Pirámides, los Textos de los Sarcófagos enfatizan la existencia de un reino subterráneo gobernado por Osiris, la Duat. Este nuevo reino es ofrecido a todos los difuntos, a los cuales se los equipara con el propio gran dios al llamárseles “Osiris Nombre del difunto”.

En estos textos se describe un mundo subterráneo lleno de seres amenazadores y trampas, las cuales deberá sortear el muerto. Precisamente estos textos le permitirían protegerse contra los peligros y de una segunda muerte más terrible que la primera.

Aquí aparece por primera vez la idea del juicio de Osiris, a través de la alusión de la balanza sobre la que todo mortal será juzgado de acuerdo a sus acciones durante su vida, momento central que se describirá en detalle posteriormente en el Libro de los Muertos.

Como estaba dirigido al hombre común, no resulta extraño encontrar los más sublimes ideales y temores humanos, como son tener que realizar trabajos en la otra vida, para lo cual se dedicaban hechizos con el objetivo de evitarle al difunto la realización de esas tareas tan desagradables.

Así también combinaban acciones rituales con la intención de proteger al muerto, y expresiones de aspiración a una bienaventurada existencia tras la muerte, transformaciones y transmigraciones del ba y el aj, etc. Por vez primera se realiza no solo una descripción, sino también un mapeo del mundo de los muertos, así como de las vías para alcanzarlo, esto es los Campos de las Ofrendas (Sejet Hotep), las vías de Restau y la morada de Osiris.

Ejemplos

El encantamiento 1130 contiene un discurso del dios creador heliopolitano Ra:

Yo hice cuatro acciones dentro del portal del horizonte. Yo hice los cuatro vientos para que todo hombre pudiera respirar como su semejante en su momento… Yo hice la gran inundación para que el hombre pobre tuviera derechos sobre ella como el gran hombre… Yo hice a todo hombre como su semejante. Yo no les ordené hacer el mal, (pero) fueron sus corazones los que violaron lo que yo les había dicho… Yo hice que sus corazones cesaran de olvidar el Occidente, para que las ofrendas divinas pudieran ser entregadas a los dioses de los nomos… Yo traje a ser los cuatro dioses de mi sudor, mientras los hombres son las lágrimas de mi ojo.

Es ampliamente conocido el papel del Ojo de Horus o Udyat como amuleto protector, el cual potenciaba la vista y contrarrestaba los efectos del mal de ojo, protegiendo al difunto al poder este incluso convertirse en Udyat con la finalidad de conseguir el poder de inspirar miedo en otros, como en el encantamiento 316:

(Encantamiento) para llegar a ser el Fiero Ojo de Horus. Yo soy el fiero Ojo de Horus, quien marchó terrible, Señora de la Matanza, abrumadora, quien heredó la llama de la luz solar, a quien Ra premió apareciendo en gloria, cuyos hijos Ra-Atum hizo perdurables. Lo que dice Ra sobre ella: Poderoso es el miedo que inspiras, grande es el temor que provocas, poderoso es tu golpe, grande es tu magia sobre los cuerpos de tus enemigos, y aquellos que se burlan han caído sobre sus rostros gracias a ti...

16 de mayo de 2011

Fórmula de ofrenda

Frase ritual habitual en las tumbas egipcias de carácter votivo

La fórmula de ofrenda en el Antiguo Egipto, o como con propiedad la nombran los egiptólogos fórmula ḫtp-dj-(n)swt (Hotep di nisut), es una frase ritual que se repite una y otra vez en las tumbas egipcias desde el Reino Antiguo y que era escrita allí a modo de conmemoración del sepulcro y de los bienes ofrecidos al difunto con la intención de mantener su vida ultraterrena. Los antiguos egipcios creían que la fórmula le permitía al difunto tomar parte de las ofrendas realizadas por los sacerdotes o sus familiares. Esta ofrenda bien podía ser titular, o sea, no necesariamente significaba que se hubiesen ofrecido tales cantidades de bienes al difunto, sino más bien eran nombradas para que nunca le faltasen –en calidad de imágenes, cobrando fuerza al ser pronunciadas en la ofrenda de invocación, con lo cual surgirían los alimentos en el mundo invisible–. La estructura básica de la fórmula no sufrió muchas variaciones a lo largo de la historia, sin embargo resultan bastante variados tanto los dioses involucrados y sus epítetos, como las propias ofrendas en sí.

Estructura

En algunos momentos de la historia egipcia la fórmula fue adquiriendo elementos nuevos, sin embargo, desde sus inicios pueden distinguirse dos partes principales:

- La introducción invariable: ḥtp-dj-(n)swt, “una ofrenda que el rey da”. Obsérvese cómo la abreviatura para rey, (n)swt, se mueve hacia adelante del grupo por razones honoríficas, lo cual se repetirá en los demás ejemplos de la fórmula. A ésta le sigue el nombre y a veces títulos de uno o más dioses asociados con la necrópolis, los cuales, según Franke, eran partícipes de la ofrenda junto al rey –a veces en su lugar–, y no receptores como se pensó durante algún tiempo.
- La lista real de ofrendas, encabezada por la frase prt-ḫrw, literalmente “salida de la voz” y que se traduce normalmente como “ofrenda de invocación”, seguida del destinatario.

Ofrendas comunes

Cada fórmula en particular poseía una lista de ofrendas determinada, la que podía ser bien extensa o al contrario breve, incluso cada una podría venir acompañada de su cantidad. En la imagen siguiente se listan algunas de las ofrendas más comunes, empezando por una frase que se hizo popular a partir del Reino Medio.




Significado

Desde época tan remota como el Reino Antiguo, las ofrendas eran un regalo del tesoro real a los templos de las ciudades y de cada una de las localidades. Esta ofrenda real se hizo popular a partir de la V dinastía, convirtiéndose en parte inseparable de las frases rituales dichas antes de ofrecer a los ancestros alimentos, bebidas u objetos en las tumbas.

Acerca del significado de esta ofrenda, Goedicke ha argumentado que refleja, al menos en sus orígenes, la liberación por parte del rey de lo que legalmente le pertenece para pasar a propiedad privada. La fórmula no necesariamente indicaba que los bienes fueran otorgados por el rey o los dioses, sino más bien consistía en la aprobación de que fueran hechas dichas ofrendas, de que se construyera en los dominios del rey y los dioses (tȝ ḏsr, “cementerio”), de que fueran conducidos los ritos pertinentes, etc. Gran cantidad de evidencia demuestra que las tumbas posteriores a la IV dinastía fueron construidas y mantenidos sus dominios con los propios recursos de sus dueños.

Antes de que las ofrendas fueran llevadas a las tumbas para ser ofrecidas a los muertos justificados eran ofrecidas a los dioses de la tierra, los que se creía las proveían del poder divino, multiplicando su esencia en lo que se conoce como la “devolución de ofrendas”. Estos dioses son los mencionados junto al rey en la fórmula, y son generalmente aquellos asociados al oeste, a la necrópolis: Osiris, Anubis y Gueb. El consentimiento divino, al igual que el del rey, era necesario para mantener la vida de ultratumba.

Evolución

Durante el Reino Antiguo, la fórmula de ofrenda fue adquiriendo una mayor presencia en los textos funerarios, sin embargo, no llegó a estandarizarse hasta el Reino Medio, momento en el que se operaron cambios importantes en la concepción del alma del hombre común, los que dejarían su huella en forma de nuevas frases estereotipadas que culminarían la génesis de esta plegaria.
La antigua idea de que sólo el rey podía ascender a los cielos junto a Ra, recibiendo cada noche la posibilidad de nacer al nuevo día por medio de su comunión con Osiris, comenzó a desaparecer a finales del Reino Antiguo, cuando los egipcios comenzaron a anticipar una vida en el más allá semejante a la de su rey, en el proceso conocido como “la democratización de la ultratumba real”, o del culto real a Osiris.

El rotundo cambio operado, al menos de forma evidente a partir de la Dinastía XII, en la concepción de la ultratumba dejó su huella invariable en la fórmula de ofrenda, lo que terminó en su definitiva estandarización. Esto se traduce en la incorporación de nuevos elementos a la ofrenda de invocación que reconocen al difunto como un ser igual a los dioses, poseedor de la “voz creadora”, cuyo ka requeriría especial atención, sería aquel que recibiría la ofrenda y no directamente su nombre, como antaño.

Ejemplo de utilización

La fórmula de ofrenda se encuentra usualmente esculpida o pintada sobre estelas funerarias, falsas puertas, sarcófagos, mesas de ofrendas y otros objetos funerarios diversos. El siguiente ejemplo corresponde a la estela funeraria de Rahotep, personaje de la XVIII dinastía (1540-1292 a.n.e., Imperio Nuevo), pieza policromada realizada en piedra caliza. Esta obra se encuentra en la sala de Arte Egipcio del Museo Nacional de Bellas Artes.


Estela funeraria de Rahotep y transcripción

ḥtp-dj-(n)swt wsjr nb ḏdw nṯr ˁȝ nb ȝbḏw dj.f

pr(t)-ḫrw t ḥnqt kȝw ȝpdw ḫt nbt nfrt wˁbt ˁnḫt nṯr

jm.sn ssnt ṯȝw nḏm n mḥyt

n kȝ n rˁ-ḥtp mȝˁ-ḫrw ḫr wsjr

Una ofrenda real de Osiris, señor de Busiris, Gran Dios, señor de Abidos, que Él pueda daruna ofrenda de invocación de panes y cerveza, de carne de aves y de ganado, y de toda cosa buena y pura (de las que) el dios vive (y que) respire el dulce aire del viento nortepara el ka de Rahotep, justificado, junto a Osiris.

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