Frase ritual habitual en las tumbas egipcias de carácter votivo |
Estructura
En algunos momentos de la historia egipcia la fórmula fue adquiriendo elementos nuevos, sin embargo, desde sus inicios pueden distinguirse dos partes principales:
- La introducción invariable: ḥtp-dj-(n)swt, “una ofrenda que el rey da”. Obsérvese cómo la abreviatura para rey, (n)swt, se mueve hacia adelante del grupo por razones honoríficas, lo cual se repetirá en los demás ejemplos de la fórmula. A ésta le sigue el nombre y a veces títulos de uno o más dioses asociados con la necrópolis, los cuales, según Franke, eran partícipes de la ofrenda junto al rey –a veces en su lugar–, y no receptores como se pensó durante algún tiempo.
- La lista real de ofrendas, encabezada por la frase prt-ḫrw, literalmente “salida de la voz” y que se traduce normalmente como “ofrenda de invocación”, seguida del destinatario.
Ofrendas comunes
Cada fórmula en particular poseía una lista de ofrendas determinada, la que podía ser bien extensa o al contrario breve, incluso cada una podría venir acompañada de su cantidad. En la imagen siguiente se listan algunas de las ofrendas más comunes, empezando por una frase que se hizo popular a partir del Reino Medio.
Significado
Desde época tan remota como el Reino Antiguo, las ofrendas eran un regalo del tesoro real a los templos de las ciudades y de cada una de las localidades. Esta ofrenda real se hizo popular a partir de la V dinastía, convirtiéndose en parte inseparable de las frases rituales dichas antes de ofrecer a los ancestros alimentos, bebidas u objetos en las tumbas.
Acerca del significado de esta ofrenda, Goedicke ha argumentado que refleja, al menos en sus orígenes, la liberación por parte del rey de lo que legalmente le pertenece para pasar a propiedad privada. La fórmula no necesariamente indicaba que los bienes fueran otorgados por el rey o los dioses, sino más bien consistía en la aprobación de que fueran hechas dichas ofrendas, de que se construyera en los dominios del rey y los dioses (tȝ ḏsr, “cementerio”), de que fueran conducidos los ritos pertinentes, etc. Gran cantidad de evidencia demuestra que las tumbas posteriores a la IV dinastía fueron construidas y mantenidos sus dominios con los propios recursos de sus dueños.
Antes de que las ofrendas fueran llevadas a las tumbas para ser ofrecidas a los muertos justificados eran ofrecidas a los dioses de la tierra, los que se creía las proveían del poder divino, multiplicando su esencia en lo que se conoce como la “devolución de ofrendas”. Estos dioses son los mencionados junto al rey en la fórmula, y son generalmente aquellos asociados al oeste, a la necrópolis: Osiris, Anubis y Gueb. El consentimiento divino, al igual que el del rey, era necesario para mantener la vida de ultratumba.
Evolución
Durante el Reino Antiguo, la fórmula de ofrenda fue adquiriendo una mayor presencia en los textos funerarios, sin embargo, no llegó a estandarizarse hasta el Reino Medio, momento en el que se operaron cambios importantes en la concepción del alma del hombre común, los que dejarían su huella en forma de nuevas frases estereotipadas que culminarían la génesis de esta plegaria.
Ofrendas comunes
Cada fórmula en particular poseía una lista de ofrendas determinada, la que podía ser bien extensa o al contrario breve, incluso cada una podría venir acompañada de su cantidad. En la imagen siguiente se listan algunas de las ofrendas más comunes, empezando por una frase que se hizo popular a partir del Reino Medio.
Desde época tan remota como el Reino Antiguo, las ofrendas eran un regalo del tesoro real a los templos de las ciudades y de cada una de las localidades. Esta ofrenda real se hizo popular a partir de la V dinastía, convirtiéndose en parte inseparable de las frases rituales dichas antes de ofrecer a los ancestros alimentos, bebidas u objetos en las tumbas.
Acerca del significado de esta ofrenda, Goedicke ha argumentado que refleja, al menos en sus orígenes, la liberación por parte del rey de lo que legalmente le pertenece para pasar a propiedad privada. La fórmula no necesariamente indicaba que los bienes fueran otorgados por el rey o los dioses, sino más bien consistía en la aprobación de que fueran hechas dichas ofrendas, de que se construyera en los dominios del rey y los dioses (tȝ ḏsr, “cementerio”), de que fueran conducidos los ritos pertinentes, etc. Gran cantidad de evidencia demuestra que las tumbas posteriores a la IV dinastía fueron construidas y mantenidos sus dominios con los propios recursos de sus dueños.
Antes de que las ofrendas fueran llevadas a las tumbas para ser ofrecidas a los muertos justificados eran ofrecidas a los dioses de la tierra, los que se creía las proveían del poder divino, multiplicando su esencia en lo que se conoce como la “devolución de ofrendas”. Estos dioses son los mencionados junto al rey en la fórmula, y son generalmente aquellos asociados al oeste, a la necrópolis: Osiris, Anubis y Gueb. El consentimiento divino, al igual que el del rey, era necesario para mantener la vida de ultratumba.
Evolución
Durante el Reino Antiguo, la fórmula de ofrenda fue adquiriendo una mayor presencia en los textos funerarios, sin embargo, no llegó a estandarizarse hasta el Reino Medio, momento en el que se operaron cambios importantes en la concepción del alma del hombre común, los que dejarían su huella en forma de nuevas frases estereotipadas que culminarían la génesis de esta plegaria.
La antigua idea de que sólo el rey podía ascender a los cielos junto a Ra, recibiendo cada noche la posibilidad de nacer al nuevo día por medio de su comunión con Osiris, comenzó a desaparecer a finales del Reino Antiguo, cuando los egipcios comenzaron a anticipar una vida en el más allá semejante a la de su rey, en el proceso conocido como “la democratización de la ultratumba real”, o del culto real a Osiris.
El rotundo cambio operado, al menos de forma evidente a partir de la Dinastía XII, en la concepción de la ultratumba dejó su huella invariable en la fórmula de ofrenda, lo que terminó en su definitiva estandarización. Esto se traduce en la incorporación de nuevos elementos a la ofrenda de invocación que reconocen al difunto como un ser igual a los dioses, poseedor de la “voz creadora”, cuyo ka requeriría especial atención, sería aquel que recibiría la ofrenda y no directamente su nombre, como antaño.
Ejemplo de utilización
La fórmula de ofrenda se encuentra usualmente esculpida o pintada sobre estelas funerarias, falsas puertas, sarcófagos, mesas de ofrendas y otros objetos funerarios diversos. El siguiente ejemplo corresponde a la estela funeraria de Rahotep, personaje de la XVIII dinastía (1540-1292 a.n.e., Imperio Nuevo), pieza policromada realizada en piedra caliza. Esta obra se encuentra en la sala de Arte Egipcio del Museo Nacional de Bellas Artes.
El rotundo cambio operado, al menos de forma evidente a partir de la Dinastía XII, en la concepción de la ultratumba dejó su huella invariable en la fórmula de ofrenda, lo que terminó en su definitiva estandarización. Esto se traduce en la incorporación de nuevos elementos a la ofrenda de invocación que reconocen al difunto como un ser igual a los dioses, poseedor de la “voz creadora”, cuyo ka requeriría especial atención, sería aquel que recibiría la ofrenda y no directamente su nombre, como antaño.
Ejemplo de utilización
La fórmula de ofrenda se encuentra usualmente esculpida o pintada sobre estelas funerarias, falsas puertas, sarcófagos, mesas de ofrendas y otros objetos funerarios diversos. El siguiente ejemplo corresponde a la estela funeraria de Rahotep, personaje de la XVIII dinastía (1540-1292 a.n.e., Imperio Nuevo), pieza policromada realizada en piedra caliza. Esta obra se encuentra en la sala de Arte Egipcio del Museo Nacional de Bellas Artes.
Estela funeraria de Rahotep y transcripción |
ḥtp-dj-(n)swt wsjr nb ḏdw nṯr ˁȝ nb ȝbḏw dj.f
pr(t)-ḫrw t ḥnqt kȝw ȝpdw ḫt nbt nfrt wˁbt ˁnḫt nṯr
jm.sn ssnt ṯȝw nḏm n mḥyt
n kȝ n rˁ-ḥtp mȝˁ-ḫrw ḫr wsjr
Una ofrenda real de Osiris, señor de Busiris, Gran Dios, señor de Abidos, que Él pueda daruna ofrenda de invocación de panes y cerveza, de carne de aves y de ganado, y de toda cosa buena y pura (de las que) el dios vive (y que) respire el dulce aire del viento nortepara el ka de Rahotep, justificado, junto a Osiris.