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26 de junio de 2011

Libro de los muertos

Fragmento del Libro de los Muertos de Ani, donde se muestra a la momia del difunto asistiendo al ritual de apertura de la boca.

El Libro de los Muertos es el nombre moderno con que se conoce al antiguo texto funerario egipcio, utilizado desde inicios del Imperio Nuevo hasta el fin de dicha civilización. El nombre original en egipcio antiguo (ru nu peret em jeru) “Libro para salir durante el día” o “Libro para salir a la luz”. El texto está compuesto por un grupo de fórmulas mágicas escritas con la intención de asistir al difunto en su viaje a través del inframundo (Duat) hasta la sala del juicio de Osiris y de ahí al descanso eterno en el campo de los juncos (Sejet-Iaru).

Escrito habitualmente sobre rollos de papiro, aunque también sobre los vendajes de las momias y sarcófagos, así como otros objetos funerarios. Los textos tendían a ser escritos en columnas verticales o registros en vez de las habituales líneas horizontales y arreglados de forma retrógrada, es decir, los jeroglíficos mirando el final del texto en vez del principio.

Evolución del texto

El Libro de los Muertos se desarrolló a partir de una tradición milenaria de textos funerarios que datan del Reino Antiguo. Los primeros textos funerarios fueron los Textos de las Pirámides, utilizados por primera vez en la pirámide del rey Unas en la V dinastía (alrededor del año 2400 a.n.e.). Estos textos, como su nombre lo indica, fueron esculpidos en las paredes de las cámaras mortuorias de las pirámides, exclusivamente usados por los faraones de ese período con el objetivo de tomar su lugar entre los dioses del firmamento. Hacia finales del Reino Antiguo, con la democratización de la ultratumba real, los Textos de las Pirámides dejaron de ser exclusivos para la realeza y comenzaron a ser adoptados por los nobles en sus tumbas y sarcófagos, siendo este el origen de los Textos de los Sarcófagos. Datados a inicios del Reino Medio, los Textos de los Sarcófagos contenían nuevas formulaciones mágicas así como ilustraciones utilizadas en esta clase de textos por vez primera.

Los orígenes del Libro de los Muertos datan de inicios del Primer Período Intermedio en Tebas, Egipto. El primer ejemplo que ha llegado a nuestros días apareció en el sarcófago de la reina Mentuhotep de la XIII dinastía, en el que los nuevos encantamientos emergen junto a antiguos textos conocidos de los Textos de Las Pirámides y de los Textos de los Sarcófagos. Ya en la dinastía XVII el Libro de los Muertos se había hecho popular, no solo entre la familia real y los nobles, sino también entre todos aquellos adinerados que pudieran facilitarse el viaje al más allá. En los inicios, estos hechizos eran escritos sobre los vendajes de las momias, y ocasionalmente sobre sarcófagos e incluso rollos de papiro.

Durante el Imperio Nuevo este libro logró desarrollarse, consolidarse y extenderse mucho más hasta alcanzar sus máximas realizaciones. A diferencia de posteriores textos religiosos de otras culturas, no existía una copia maestra o un canon del Libro de los Muertos. Desde este período en lo adelante, este libro se escribía típicamente sobre rollos de papiro, y los textos ilustrados con viñetas. A partir del Tercer Período Intermedio, comenzó a escribirse en caracteres hieráticos, aunque ocasionalmente en los habituales jeroglíficos cursivos como antaño. Los rollos en hierático eran más baratos puesto que carecían habitualmente de ilustraciones, salvo una sola viñeta al inicio en la mayoría de los casos, y se producían por ende en pedazos más pequeños.

Durante las dinastías XXV y XXVI se llevó a cabo la revisión y final estandarización. Los hechizos fueron ordenados de forma consistente por vez primera, apareciendo los primeros rollos con series idénticas de estos encantamientos. Esta estandarización se conoce actualmente como Recensión Saíta. Durante el Período Tardío y el Período Tolemaico, el Libro de los Muertos se basó estrictamente en la Recensión Saíta, aunque mucho más abreviada durante el último período. También aparecieron nuevas composiciones como el Libro de las Respiraciones, así como alteraciones en la composición de algunos hechizos ya estandarizados. Se utilizó por última vez en el siglo I a.n.e., aunque algunos de los motivos pictóricos se continuaron utilizando durante el período romano.

Estructura

El Libro de los Muertos está compuesto por un gran número de textos individuales, que cercan las 200 composiciones, acompañados por ilustraciones. La combinación de hechizos utilizados en un rollo de papiro era variable, en dependencia de los textos a los que el escriba tuviera acceso, así como los gustos y riqueza de su dueño, aunque nunca ninguno los contenía todos. Las versiones más económicas eran realizadas en grandes cantidades por los templos y luego se les escribía el nombre del comprador. A partir del Período Saíta el orden de aparición de estos hechizos se hace regular, siguiendo una disposición estandarizada.

Esta regularidad no fue reconocida por los egiptólogos hasta que se publicó el precursor estudio de Paul Barguet en 1967, quien organiza los hechizos o capítulos como sigue:

- Capítulos 1-16: "Salir al día" (oración); marcha hacia la necrópolis, himnos al Sol y a Osiris.

- Capítulos 17-63: "Salir al día" (regeneración); triunfo y alegría; impotencia de los enemigos; poder sobre los elementos.

- Capítulos 64-129: "Salir al día" (transfiguración); poder manifestarse bajo diversas formas, utilizar la barca solar y conocer algunos misterios. Regreso a la tumba; juicio ante el tribunal de Osiris.

- Capítulos 130-162: Textos de glorificación del muerto, que se deben leer a lo largo del año, en determinados días festivos, para el culto funerario; servicio de las ofrendas. preservación de la momia por los amuletos.

- Capítulos 163-190: es un complemento de todo lo anterior, con fórmulas en donde se alaba a Osiris.

La mayoría de estos textos comienza con la palabra r (ra), que puede significar boca, discurso, capítulo, hechizo o encantamiento. Esta ambigüedad refleja la semejanza en el pensamiento egipcio del discurso ritual y el poder mágico. En este contexto, los egiptólogos lo traducen como capítulo o hechizo, indistintamente.

Utilidad

Los textos del Libro de los Muertos tenían un amplio rango de propósitos. Algunos estaban pensados para darle al difunto conocimiento místico de la otra vida, o identificarlos con las divinidades, como el capítulo 17 en que se describe al dios Atum. Otros resultan ser encantamientos que asegurarían la preservación y reunificación de las diferentes partes del difunto, así como darle control sobre el mundo a su alrededor. Asimismo algunos le protegerían de varias fuerzas hostiles, o le ayudarían a vencer ciertos obstáculos a su paso por el inframundo. Existen dos pasajes en los que se narra el famoso juicio del muerto conocido como el ritual del pesaje del corazón.

Los textos e imágenes tenían un simbolismo tanto religioso como mágico. La magia era una actividad tan legítima como la adoración de los dioses, aún cuando la magia pretendía controlar a los propios dioses. De hecho, los antiguos egipcios no hacían gran distinción entre las prácticas mágicas y religiosas, sin embargo el estudioso o el lector moderno no deben confundir la magia egipcia con el significado que ha adquirido en la actualidad dicho término. El concepto egipcio de magia (heka) estaba muy vinculado a la palabra escrita y hablada. El hecho de pronunciar una fórmula ritual era un acto de creación; donde yace la idea de que la acción y el discurso eran una misma cosa. El poder mágico de las palabras se extendía también a la palabra escrita. La tradición cuenta cómo la escritura jeroglífica fue creada por el dios Thot, y cómo los propios jeroglíficos eran mágicos. Las palabras escritas en sí contenían todo el poder de un hechizo. Esto era igual de cierto aún cuando el texto fuera abreviado u omitido, como sucedió comúnmente en rollos postreros de este libro, particularmente cuando eran acompañados de imágenes.

Los egipcios creían que conociendo el verdadero nombre de alguien o algo, les daría poder sobre la persona u objeto. De este modo, el Libro de los Muertos equipara al difunto de los nombres místicos de muchos de los seres divinos con que podría encontrarse en la otra vida, garantizándole el poder sobre ellos. De este modo pueden encontrarse no solo los nombres de los guardianes de puertas, sino también de las propias puertas y de cada una de sus partes constituyentes, etc.

Muchas técnicas mágicas son empleadas, similares a las utilizadas en la vida cotidiana. Gran número de estos hechizos provienen de amuletos, los que protegerían al muerto de ser dañado. Además de ser escritos sobre papiro, estos textos de protección aparecían sobre amuletos que eran colocados entre las envolturas de las momias. Estos amuletos tenían diferentes formas y representaban diversas divinidades, las que protegían determinada parte del cuerpo. Muy conocido resulta el escarabajo de corazón, el que contiene un encantamiento que le impediría ir en contra del muerto en el día del juicio.

Papiros y capítulos célebres

Ha quedado clara la singularidad de cada papiro portador de hechizos del Libro de los Muertos, siendo cada ejemplar único no solo por la selección y disposición de los capítulos, sino también por la utilización de viñetas, el tipo de escritura, la factura y su propietario, etc. El acceso que el público tiene a estos milenarios manuscritos, ya sea en lo museos o a través de su divulgación en publicaciones comerciales, sin dejar fuera las características propias de cada papiro, determinan la celebridad de cada uno. He aquí algunos de los más destacados:

- Papiro de Ani. Versión más conocida y más completa, profusamente decorada con viñetas policromadas de gran factura. Perteneció al escriba real Ani (dinastía XIX) y se encuentra en el Museo Británico. Publicado en 1895 por primera vez.

- Papiro de Nebseni. Papiro con viñetas monocromadas. Perteneciente a Nebseni (dinastía XVIII), actualmente en el Museo Británico.

- Papiro de Nu. Perteneciente a Nu, administrador del portador del sello (dinastía XVIII), también en el Museo Británico.

Por su atípico contenido, característico de la producción en el Período Tardío, el papiro de Bakenur, más conocido como papiro Hood, no debe quedar ajeno de mención. Su dueño, Bakenur, fue funcionario del Templo de Amón en Karnak durante la dinastía XXI. Con más de tres metros de largo, el papiro conserva sus pigmentos originales y se encuentra en buen estado de conservación, incluyendo sus viñetas policromadas. Puede considerarse representante de los papiros menos conocidos, ya que no ha sido publicado como los anteriores, inclusive se encuentra sin traducir, trabajo que se efectúa en la actualidad por el Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana (donde se encuentra atesorado), y por el Grupo para el Estudio y la Promoción de la Egiptología.

Capítulo 125

Uno de los más famosos e importantes capítulos del Libro de los Muertos es sin dudas el titulado "Fórmula para entrar en la sala de la doble Maat", en el cual el difunto se presenta ante el tribunal de Osiris, donde su corazón (símbolo de conciencia y moralidad) es puesto a prueba en la balanza de la justicia y la verdad, prueba de vital importancia para continuar su camino en el mundo de los muertos hasta alcanzar los fértiles campos de los juncos. Poseedor de indudable complejidad y extensión, este capítulo contiene 42 purificaciones más conocidas como "confesiones negativas", declaraciones de inocencia que el difunto realizaba ante los dioses del tribunal a fin de justificar sus acciones personales, lo que pone de manifiesto la gran importancia moral que este capítulo significaba para los antiguos egipcios.


Sala de la Doble Maat. En la parte superior aparece la invocación, dividida por el símbolo de la divinidad a la que se dedica y en la inferior la declaración de inocencia.

Algunas estudiosos han comparado estas 42 purificaciones con los "Diez Mandamientos" del judaísmo y el cristianismo, por su rara similaritud, lo que ha llevado a concluir que el segundo es una versión posterior de la primera. Cada una de las 42 líneas consiste en una oración y una purificación: se parte de la invocación de un dios local para cada una de los 42 nomos del Antiguo Egipto, y se termina con una declaración de algo que una persona no hizo en vida. Ampliamente se reconoce que estas líneas eran en realidad requerimientos sacerdotales antes de servir en un templo. Como se suponía que el difunto estaba a punto de entrar en la presencia del Gran Dios, tiene sentido que debiera ser "purificado" de la misma manera que un sacerdote.

Descubrimiento, traducción y publicación

Se tienen noticias de este libro desde la Edad Media, aún cuando sus textos no eran conocidos ni mucho menos comprendidos. Es esta una de las razones, unido a su presencia en las tumbas, lo que le granjeó su inclusión dentro de la literatura religiosa, así como su malinterpretación al equipararlo con la Biblia o el Corán.

Su primera aparición pública en la modernidad ocurre en la Descripción de Egipto, producida por el personal científico que acompañó a Napoleón en su campaña egipcia hacia 1805. No hasta 1822 llega a ser examinado por Jean Françoise Champollion, padre de la Egiptología y quien descifró la escritura jeroglífica, identificándolo como parte del ritual funerario.

La primera traducción completa ocurre en 1842, y se debe al egiptólogo Karl Richard Lepsius, quien lo denominó “Libro de los Muertos” e introdujo el sistema de numeración que se utiliza hasta nuestros días. Un estudio comparativo de los diferentes ejemplares de este libro fue sugerido por Lepsius y materializado por Edouard Naville, quien lo comenzó en 1875 y terminó en 1886. La edición de este proyecto incluyó tres volúmenes con una selección de las viñetas de cada uno de los 186 hechizos hasta el momento descubiertos, así como las variaciones del texto en cada uno y comentarios. En 1876 el Museo Británico publicó una copia fotográfica del papiro de Nebseni.

Más adelante, en 1895, se publicaron ediciones más precisas –hoy en día consideradas desactualizadas–, incluyendo tanto jeroglíficos como traducciones al inglés, también por el Museo Británico, a cargo del curador de antigüedades E. A. Wallis Budge, el mismo que descubrió y sacó de Egipto el famoso papiro de Ani. Traducciones más recientes al inglés se deben a R. O. Faulkner (1972) y a T. G. Allen (1974). Según se ha avanzado en la investigación comparativa, los egiptólogos han identificado un total de 192 capítulos, aunque algunos sugieren la existencia de varias decenas más, problema que se encuentra en debate actualmente.

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