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18 de agosto de 2015

La búsqueda desesperada de la reina Nefertiti


Recientemente, artículos noticiosos proclamaron que Nicholas Reeves, arqueólogo de la Universidad de Arizona, parece haber encontrado la tan buscada tumba de la reina Nefertiti, fallecida en 1331 a.C.

Según Reeves, la legendaria soberana egipcia ha estado escondida, a plena vista, en una amplia cámara situada detrás de una puerta oculta en la tumba del rey Tutankamón, quien se especula que pudo haber sido hijo de Nefertiti.

Como es inevitable, el entusiasmo que ocasiona un hallazgo histórico conduce a especulaciones y más especulaciones, razón por la que ahora es un buen momento para presionar el botón de pausa y rebobinar, ya que este es el tercer presunto descubrimiento de la tumba de Nefertiti en los últimos 12 años.

Es más, recientes evidencias de ADN sugieren que el cuerpo de la antigua reina podría encontrarse ya en el Museo Egipcio de El Cairo, como parte de un grupo de momias desenterradas en 1898.

Intenta resolver el caso

Reeves hizo el descubrimiento cuando Factum Arte, grupo español especializado en réplicas de obras artísticas, realizó escaneos detallados de la tumba de Tutankamón. A partir de imágenes de alta resolución, crearon un facsímil en las cercanías con capacidad suficiente para recibir a las multitudes de turistas que visitan el Valle de los Reyes, deseosas de ver la última morada del faraón niño. Pero en febrero pasado, al analizar los escaneos, Reeves detectó fisuras que, en su opinión, sugieren la presencia de dos puertas selladas en las paredes norte y oeste de la tumba.

El arqueólogo dice que, posiblemente, la más pequeña conduce a una bodega, aunque la más grande es digna de una reina.

La tumba de Tutankamón fue construida y decorada por etapas. En su artículo de investigación, Reeves sugiere que Nefertiti fue sepultada primero y que, más tarde, la entrada a su cámara mortuoria fue encalada y pintada.

No obstante, agrega, las fragmentos conservados de la escena original que decoraba la cámara del rey niño, muestran figuras cuyos rostros poseen rasgos asociados, tradicionalmente, con representaciones de Nefertiti, incluyendo “una frente y nariz alargadas, y una mandíbula recta un tanto redondeada en el mentón”.

Reeves cita el tamaño y la distribución de la tumba de Tutankamón como evidencia ulterior. Con solo cuatro habitaciones, es más pequeña que la de otros faraones, lo que sugiere que forma parte de una estructura mucho más amplia.

Además, cualquiera que ingrese en la cámara desde el corredor principal tiene que dar vuelta la derecha, siguiendo la configuración tradicional reservada a las reinas de Egipto.

“Si estoy equivocado, pues estoy equivocado”, dijo Reeves a la BBC. “Pero si tengo razón, las posibilidades son pasmosas”.

Perdida, encontrada, perdida

Si Reeves está en lo cierto, esta sería la culminación de una búsqueda personal, pues ha seguido el rastro de la tumba de la soberana desde sus días como director del Proyecto de las Tumbas Reales de Amarna, en 1998-2002.

“Tengo el fuerte presentimiento de que Nefertiti fue enterrada en algún lugar del Valle de los Reyes”, dijo Reeves en una entrevista anterior con PBS. “Sería maravilloso encontrar su tumba, no solo por ser un personaje de enorme importancia histórica, sino porque reinó durante un periodo de producción artística soberbia”.

Mas no fue Reeves, sino su colega Otto Schaden, arqueólogo de la Universidad de Memphis, quien descubrió la tumba oculta en 2006, a 15 metros de la de Tutankamón. Al principio, algunos informes mediáticos identificaron el recinto como la posible cámara mortuoria de Nefertiti.

Con todo, aquella tumba fue un fraude. Hallaron dentro siete sarcófagos, seis de ellos vacíos. Sin embargo, el séptimo, que se hallaba más lejos de la entrada, prometía albergar una momia. Tal vez la mismísima reina.

Con un ridículo montaje que recordaba la bóveda de Al Capone, el último sarcófago fue abierto durante un programa de televisión; pero no reveló una momia, sino collares dorados adornados con flores, palos, trozos de lino, fragmentos de cerámica e hilachos dorados. No obstante su contenido anterior, aquel sarcófago se había convertido en un depósito de materiales funerarios.

La “Dama Joven”

Todo el despliegue publicitario para la tumba vacía fue nada comparado con la “Nefertiti-manía” desatada en los medios durante 2003.

Joann Fletcher, arqueóloga de la Universidad de York, estudió tres momias descubiertas en la tumba del faraón Amenhotep II y anunció que uno de los cuerpos, apodado la “Dama Joven” era, de hecho, la momia de la reina Nefertiti.

Su conclusión –que sirvió de base para un documental televisivo, un libro, un reportaje del programa “60 Minutos”, así como numerosos artículos de periódicos y revistas- se sustentaba, parcialmente, en una peluca encontrada cerca de la momia. Según Fletcher, era un peinado de estilo nubio reservado a la realeza del periodo de Nefertiti. Además, Fletcher descubrió que una oreja presentaba una doble perforación, práctica muy singular también atribuida a la monarca.

A pesar de ello, la mayoría de los egiptólogos consideró que las evidencias de Fletcher eran superficiales y poco convincentes.

Barbara Mertz, egiptóloga y autora estadounidense (fallecida en 2013), publicó una carta en una revista académica declarando que “seguramente, el acalorado debate habrá de continuar, pero ningún egiptólogo o aficionado a la egiptología, suficientemente instruido, albergará la menor duda de que identificar a la momia en cuestión como Nefertiti es un disparate (la buena educación me impide usar un término más áspero)”.

La Dama Joven haría una nueva aparición en 2010.

En un artículo para National Geographic, Zahi Hawass –entonces ministro de Estado para Asuntos de Antigüedades- anunció los resultados de los análisis de ADN practicados a las tres momias. Informó que la Dama joven era una de las hermanas del padre del rey Tutankamón, el faraón Akenatón, y también la madre del joven rey.

Pero en 2013, el egiptólogo francés Marc Gabolde puso en duda dicha conclusión. Hoy afirma que el análisis minucioso de las evidencias de ADN han revelado que Nefertiti es tanto la Dama Joven como la verdadera madre de Tutankamón.

La virtud de la paciencia

Si Gabolde tiene razón, Nefertiti no reposa en la tumba de Tutankamón, como sugiere Reeves.

Aidan Dobson, egiptólogo de la Universidad de Gibson, es uno de los escépticos. “¡Hay un largo trecho entre observar POSIBLES perfiles de puertas y concluir que uno de ellos conduce a la cámara mortuoria de Nefertiti!”, escribe en un correo electrónico.

Existen muchas otras explicaciones posibles para la evidencia que presentó Reeves, arguye Dobson.

“En niveles de probabilidad decrecientes, las marcas podrían ser: rastros que dejaron los canteros al tallar la cámara mortuoria y que, casualmente, parecen puertas; el inicio de puertas que nunca terminaron (hay muchos ejemplos así en numerosas tumbas); puertas hacia cámaras de almacenamiento adicionales (como propone Reeves para un perfil); una puerta hacia una cámara de almacenamiento y otra puerta hacia una segunda cámara mortuoria”, dice Dobson. “Aunque creo que la última opción es la más remota, en el mejor de los casos”.

Asímismo, Dobson señala que Reeves presentó su investigación en un artículo de auto-publicación, lo cual no es un procedimiento erudito estándar. “Era de esperar que describiera semejante hallazgo con artículos de revisión paritaria durante una conferencia académica o al menos, en una revista de revisión paritaria”, concluye.

Barry Kemp, egiptólogo del Colegio Wolfson, Cambridge, concuerda en que la norma es publicar en una revista de revisión paritaria, mas concede a Reeves el crédito de haber sido completamente transparente en su investigación. “Lo inusual es que cualquier persona, incluido usted mismo, pueda ponerse en la posición de Reeves y estudiar las imágenes publicadas en línea”, escribe en un correo.

En resumen, ¿encontró Reeves la tumba de Nefertiti? Si algo hemos aprendido en los últimos 12 años, es que debemos ser pacientes. Los adelantos tecnológicos nos permiten realizar nuevos descubrimientos arqueológicos y revisar los anteriores. Es un viaje que nos lleva por caminos a veces truncos y que, en ocasiones, regresan sobre sí mismos.

Todo descubrimiento demora meses, incluso años; y quizás, algún día, averiguaremos la verdad sobre la tumba de Nefertiti. Eso sí, no encontraremos las respuestas en el ciclo de noticias 24/7.

Artículo: Mark Strauss (National Geographic).

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