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4 de junio de 2015

''Abrir una tumba da un subidón que se pasa rápido, luego te invade el respeto''


El prestigioso egiptólogo José Manuel Galán, miembro del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, ha excavado muchas tumbas, entre ellas la de Djehuty, el supervisor del tesoro de Hatshepsut, reina de Egipto hace 3.500 años.

Esta tarde, a las ocho, con acceso libre, presenta en el Valey 'En busca de Djehuty: entre momias, tumbas y jeroglíficos', un documental de 55 minutos de duración que muestra el día a día de las excavaciones, iniciadas en 2001. Le acompañan el director de la película, Javier Trueba, y el realizador, José Lavota

¿Cómo comenzó el proyecto?

Con la excavación, en 2001, de las tumbas de Djehuty, la que ha dado nombre al proyecto, y de Hery, dos altos funcionarios que vivieron hace unos 3.500 años, cuando la capital del país se trasladó a Tebas, la actual Luxor. Djehuty era el supervisor de los tesoros de Hatshepsut, una de las pocas faraonas de Egipto, y Hery vivió unos cincuenta años después.

¿Por qué esas dos tumbas?

Mi tesis se centró en esa época histórica, en el momento en que Egipto comenzaba a convertirse en un gran imperio y, como filólogo que soy, busqué un proyecto que estuviese relacionado con la palabra. La tarea de Djehuty consistía en registrarlo todo por escrito, y su tumba, llena de inscripciones del 'Libro de los Muertos', es un monumento a las letras. Tiene un encanto mágico, y pensé que su excavación podría tener un impacto social que impulsase la egiptología.

Y encontraron mucho más de lo que esperaban.

Siguiendo esas huellas realizamos hallazgos inesperados, como un pizarrín que usaban los niños en la escuela de escribas, muy parecido a los actuales cuadernos Rubio, cincuenta ramos de flores secas que formaron parte de un cortejo fúnebre hace 3.000 años y el enterramiento del arquero nubio, Iquer 'El Excelente', un precioso ataúd rojo que entre otros objetos guardaba un arco y cinco flechas. Es de hace 4.000 años.

¿Cuál es hallazgo más importante?

Sin duda la tumba de Djehuty. Su existencia ya se conocía desde el siglo XIX, pero no se había investigado, y cuando llegamos estaba cubierta de escombros. El año pasado encontramos encima de ella otra tumba, la de Neb, igualmente intacta.

¿Qué se siente al abrir un sarcófago?

Es un subidón, una alegría enorme, pero se pasa rápido. Después te invade un sentimiento de respeto y de responsabilidad .

¿Y cuando al abrirla aparece un cuerpo humano momificado?

Estar cara a cara ante alguien que vivió hace 3.700 años, como Neb, es algo muy especial. Los antiguos egipcios creían que uno vivía en tanto se le recordaba, y en este sentido esperamos que estudiar su figura y divulgar su nombre compense nuestra irrupción en el descanso eterno del difunto. De alguna manera estamos haciéndole inmortal.

¿Qué muestra el documental?

Contar esa idea de que uno vive en tanto se le recuerda. La película, a caballo entre documental y reportaje, muestra cómo es una excavación, los hallazgos, con la diferencia de que los descubrimientos se ven en directo, tal y como fueron, y eso traslada al espectador la sensación que se experimenta cuando se excava en Egipto.

¿Cómo afecta la situación social de Egipto a su trabajo?

Luxor, a unos 650 kilómetros al sur de El Cairo, es un lugar muy tranquilo, y ni siquiera en los momentos más tensos hemos tenido problema alguno. Solo dejamos de excavar los días de la revolución contra Mubarak.

La antigua civilización egipcia apenas aparece en los libros de texto.

Es un problema de la civilización occidental que debería revisarse, sobre todo en España. Nos educaron para que creyésemos que el origen es Grecia, cuando no es así. Nuestras verdaderas raíces están en Egipto, pero nosotros hemos renunciado a ellas. Grecia se consideraba su heredera, y los griegos iban a formarse allí. Lo dicen los papiros y las propias paredes de los antiguos templos egipcios. Están cubiertas de jeroglíficos que lo cuentan todo, y un historiador no puede cerrar los ojos ante tan apabullante información. Solo hay que poner el espejo, y te deslumbra. La realidad de aquella civilización va mucho más allá de lo que uno se puede imaginar.

¿Qué es lo que más le ha deslumbrado a usted?

La capacidad que tenían para levantar pirámides resulta verdaderamente increíble, y su precisión en las observaciones astronómicas te deja desconcertado. Pero al margen de su alto nivel tecnológico lo que más me interesa son las letras. La capacidad y sensibilidad que tenían los antiguos egipcios para escribir y para pensar es admirable. Por ejemplo, hace 4.500 años ya tenían muy claro que el origen de la vida estaba en el agua y algunas de sus costumbres aún perviven hoy en día, como llevar flores a los muertos.

Artículo: J. F. Galán.

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