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31 de diciembre de 2012

El arte del mueble


Para comprender el arte del mueble en el Antiguo Egipto, hay que entender su pensamiento, un pensamiento y una realidad estrechamente relacionada con el mundo de la religión.

Conforme a este pensamiento, el egipcio valoraba lo armónico, lo perfecto, lo bien hecho, lo bello, y esta realidad incitaba a los artesanos a esforzarse en la creación y ejecución de valiosas y hermosas creaciones que hoy nos siguen asombrando.

En Egipto se tenían permanentemente presente la creencia en la existencia de fuerzas espirituales positivas para atraer y negativas para conjurar, ante este sentimiento el artista entendía estar desarrollando un oficio divino cuyo protector era el Dios “Ta-tchenen” que significa “la tierra que emerge de entre las aguas el día de la creación “.

Pero esto no era suficiente y existía la figura del “Gran inspector de los artesanos” un inspector que es el Sumo sacerdote del dios Ptah de Menfis. De el salían las instrucciones para todos los talleres de Egipto en cuanto se refería a cánones y reglas de ejecución de las obras perfectas y útiles.

Las expresiones estéticas y plásticas dejan así traslucir la influencia de las enseñanzas morales de los sabios: la moderación, benevolencia, el amor a la naturaleza y la búsqueda del equilibrio entre el hombre, su organización social y el mundo en que ambos se desarrollan.

Para analizar correctamente el arte egipcio, hay que hacer lectura del mismo y así comprender mejor su mundo, al artista se le consideraba como un escriba y en su arte todo tiene un significado, el color, los motivos, todos los detalles nos expresan sentimientos e información.

Lo primero que debía aprender un artista es a ejecutar correctamente el trazado convencional y sus medidas, a fin de componer conjuntos armoniosos. Pero que unidades utilizaban?.

Hay muchos documentos que nos informan sobre el sistema de proporciones y de sus aplicaciones prácticas.

La unidad base era “el codo pequeño”, o longitud entre el codo y el final del dedo pulgar. El codo a su vez se dividía en seis “palmos”, siendo cada uno, a la extensión de la mano abierta.

Existía también otra unidad que equivalía a “un palmo y un tercio”, esto es un palmo más un dedo pulgar. Las instrucciones y reglas para realizar los trabajos se encontraban celosamente guardadas en las bibliotecas de los templos. Los materiales empleados por los artistas egipcios no eran elegidos al azar; muy al contrario tenían un alto valor simbólico y estaban ruidosamente prescritos en cada caso.

Desde el punto de vista simbólico el oro era considerado como una materia divina e imperecedera y, por esta razón, simboliza la vida eterna y tenia vinculaciones con la naturaleza solar. Son frecuentes los espejos hechos de oro o de bronce dorado que representaba la imagen de “Ra” (el dios sol) y de su hija Hat-Hor. La plata estaba asimilada a la luna, igual que el oro lo estaba al sol. A la diosa Hat-Hor se le solían ofrecer espejos, uno de oro y otro de plata, por esta razón.

El plomo, hierro, gres, alabastro, silex, malaquita, turquesa, etc. Todos estos materiales fueron frecuentemente utilizados en las obras artísticas.

Las maderas, escasas en Egipto eran también utilizadas en función de las diversas divinidades que las regían y a las que se hallaban consagradas.

El sicómoro (nehet), tenia una importante significación mítica. El libro de los muertos habla de los sicomoros de turquesa que, se creía, estaban en la puerta este del cielo pordonde, cada mañana, resurgía el dios sol, “Ra”. Además estaba asimilado a las diosas isis, nut y hat-hor considerada como la “Dama del sicómoro”.

La persea o árbol Ished, fue otra madera consagrada, esta tenia una alta simbología solar y, por ello, se hacían objetos para los reyes con ella, como por ejemplo el reposacabezas de Tut.Anj-Amon hallado en su tumba. El sauce (tcheret) estaba vinculado al dios Osiris, Horus con la acacia, el dios Upuat con el Tamarisco y el dios Menfita asociado a la moringa.

Las estelas encontradas indican la idoneidad mágica para construir “ushebits” con maderas de tamarindo o de zizifus.

También se eligen las maderas según sus colores para su utilización como material de estatuas, las maderas rojas y amarillas se usan para esculpir figuras con los tonos de la piel del hombre y de la mujer, respectivamente, en tanto que, el ébano se usaba para representar personajes cuya piel debía ser negra.

Como podemos observar no se deja al azar las clases de madera y los colores, se tiene muy presente su simbología religiosa a la hora de construir el mobiliario.

Los colores para policromar las obras de arte eran minuciosamente escogidos, los egipcios utilizaban para referirse al color el vocablo “iwn” que también significaba “naturaleza y composición” se aprecia a la vez un criterio estético y simbólico para producir los efectos mágicos pretendidos y a la vez dar a la obra la representación de lo bello, útil y eficaz. Los materiales escogidos para la elaboración de los colores eran de origen, unos minerales, vegetales o animales, mediante pigmentos, polvos o ebullición.

El color rojo asociado al fuego y la sangre, simboliza la vida y la regeneración. El color azul es el cielo en el día de su creación, es el color de la vida y del renacimiento, asociado al rió Nilo, que con su crecida traía cosechas y fertilidad. El color amarillo, el color del sol, el oro, eternidad. El verde símbolo del crecimiento y de la vida, signo de resurrección. El blanco es la limpieza y pureza, negro el color de la noche y del mundo funerario.

Toda esta peculiaridad y simbolismo del arte egipcio era supervisado por el suma sacerdote, por ello la obra tenia que ser bella (nefer) eficaz (menej) y perfecta (hedes) al igual que fue el primer día de la creación, la obra de los propios dioses de Egipto.

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