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23 de mayo de 2019

María José López: ''Las mujeres transmitían la legitimidad en el Egipto faraónico''


«La función de la mujer en el Antiguo Egipto era muy importante porque era ella quien transmitía la legitimidad dentro de la realeza. Un hombre para ser faraón tenía que estar casado con la princesa primogénita, es decir la primera hija nacida de la unión del faraón anterior y su esposa principal. Eso suponía que a veces se diera el caso que se unieran hermanos o medio hermanos entre sí». Lo explicó el pasado lunes la arqueóloga María José López-Grande (Madrid, 1958) en su primera conferencia dentro del ciclo 'Tardes amb la història', organizado por la Asociación de Amigos del Museo Arqueológico de Ibiza y Formentera (Amaef) en el Museo Monográfico de Puig des Molins.

En esta charla, la profesora del departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad Autónoma de Madrid habló del papel de las reinas, las princesas reales, las esposas extranjeras y las concubinas. En el Antiguo Egipto «los faraones podía tener innumerables mujeres, lo que no significaba que a todas las conocieran carnalmente. A veces solo eran matrimonios nominales, fruto, por ejemplo, de acuerdos diplomáticos para estrechar lazos entre estados», detalló. Era el caso de las llamadas esposas extranjeras, «que venían de muy lejos acompañadas de un gran séquito que podía rondar entre las 150 y las 300 personas, lo que suponía un gran aporte cultural en cuanto a lengua, costumbres e indumentaria».

En esta primera charla sobre las mujeres en la realeza, López-Grande se refirió a figuras femeninas destacadas de la antigüedad egipcia como Mutenmuya, una princesa de Mitanni que llegó a Egipto como esposa diplomática y acabó convirtiéndose en esposa principal de Tutmosis IV. De esa unión nació Amenhotep III. «Este faraón lo que hizo fue inscribir en el templo de Lúxor unos textos y unas escenas que hacían ver que su madre había sido fecundada por el dios y no por el faraón y por eso, a pesar de ser una princesa real, tuvo legitimidad para gobernar», aclaró la arqueóloga. A esa estrategia había recurrido tiempo atrás la que fue la única faraón mujer de Egipto, Hatshepsut. De ella, la egiptóloga explicó que «era princesa real, se casó con un faraón medio hermano suyo y cuando murió asumió la regencia de un pequeño príncipe nacido de una esposa secundaria». En el templo de Deir el-Bahari inscribió en textos jeroglíficos que era hija del dios Amón, lo que la legitimó para ser faraón de la dinastía XVIII de Egipto.

López-Grande citó otras reinas del Antiguo Egipto como Tiyi, «que alardeó siempre del poder que tenía», Nefertiti, la esposa real de Akenatón, y Nefertari, que tuvo un papel «muy importante en la historia», al propiciar el cese de las hostilidades entre Egipto y el Imperio Hitita con su correspondencia diplomática al emperador Hattusili III y a su esposa, la también influyente emperatriz Puduhepa. Por supuesto, también habló de Cleoplatra VII, la última reina de Egipto, perteneciente a la dinastía de los Ptolomeos, «que defendió como pudo la independencia de Egipto frente al aplastante poder de Roma». Tras su muerte, en el año 30 a.C, Egipto se anexionó al Imperio Romano.

En la charla de ayer, la experta madrileña habló del papel femenino en el ámbito del hogar. «En el caso de las familias con cierto rango, las mujeres eran las señoras de la casa, lo que quiere decir que gestionaban el patrimonio familiar, que podía ser muy importante e incluir terrenos además de la casa con servicio».

López-Grande hablará hoy a las 20 horas de las sacerdotisas del antiguo Egipto, que podían ostentar cargos como los de 'esposas' o 'manos' de dios. Entre ellas, la experta destacará el papel de las Divinas Adoratrices de Amón, sacerdotisas que tenían que ser célibes de por vida y que fueron «figuras muy poderosas incluso en el ámbito político».

En la última conferencia, mañana a las 20 horas, la arqueóloga hará mención al relato de 'La dama Tabubú' y al Papiro erótico de Turín para hablar «de las mujeres alegres y de la prostitución, que se ejercía en las casas de cerveza y que no estaba bien vista en el Antiguo Egipto».

Artículo: Maite Alvite.

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