Novedades editoriales

28 de junio de 2015

Jordi Clos: ''Egipto fue el principio de todo''


Empresario, propietario de la cadena hotelera Derby, mecenas, egiptólogo... Jordi Clos es un hombre hecho a sí mismo. Nació en el Raval y Egipto le dio la vida. Un ejemplo del que debiera hablarse en las escuelas.

Su historial me deja sin aliento...

Soy una persona normal; un chico que nació en el Raval y que pedía chicles a los marinos de la sexta flota.

Un triunfador…

Un trabajador. Dejémoslo en eso.

Y un gran empresario.

Eso sí, por encima de todo. Con seis años ya vendía Coca-Cola hecha con gaseosa y regaliz.

Y, además, un egiptólogo de prestigio mundial...

A los 12 años tuve que hacer un trabajo de historia y escogí las momias de Egipto. Me 'enganché'... Con 16 adquirí una colección de postales, mapas y sellos que pertenecieron a un egiptólogo. Esa compra me atrapó; sentí como si tuviera un tesoro. Fue el inicio de mi colección.

¿Recuerda cuál fue su primera adquisición en Egipto?

Por supuesto que sí. Fue en mi primer viaje a ese país, con 19 años; un ushebti (estatuillas que se colocan en las tumbas egipcias). Estaba tan emocionado que dormí toda la noche agarrado a ella. Era una pieza que tenía 3.000 años de antigüedad y una serie de jeroglíficos que ni siquiera sabía descifrar entonces.

Su vida es una larga aventura...

Más de 100 viajes a Egipto… Ahora, en el Museo, hay 1.280 piezas de arte egipcio y faraónico aunque el fondo patrimonial supera las 5.000.

¿Un momento inolvidable...?

Cuando descubrí una tumba inviolada en Sharuna, en el 2007. Fue increíble; encontré un montículo extraño de arena, excavamos, dimos con un escalón, luego otro… finalmente, la escalinata y, al final, la cámara sellada. No pude dormir en toda la noche. Me quedé mirando las estrellas, sabiendo que sería la primera persona que entraría en aquel lugar 4.000 años después. Encontramos los restos de la momia, el sarcófago, cerámica, amuletos, zapatillas...

Incluso tiene su propia zona de excavación...

Sí, en Sharuna. Cada año vamos 20 días. Me apasiona. Compartimos ese proyecto con la Universidad de Turingia.

¿El Museo Egipcio de Barcelona es suyo...?

Sí. Y me enorgullece decir que ya han pasado por el más de cinco millones de visitantes. Es una entidad privada sin ánimo de lucro que no recibe ningún tipo de subvención. Es parte de mi política de actuación y el tiempo me ha dado la razón.

¿Por qué?

Fíjese en lo que ha pasado con la crisis. Los organismos oficiales se han visto obligados a destinar las partidas que antes destinaban a cultura a otros menesteres, como sanidad, educación... Nosotros, en cambio, apenas lo hemos notado, porque nunca recibimos nada.

Le noto feliz.

Y lo estoy. Cada año nos visitan 35.000 chavales. Hacen talleres, dibujos... Mi sueño es devolver este activo a la sociedad civil. Es una forma de retorno.

¿Por qué Egipto?

Es el origen de todo, incluso del imperio romano y griego. ¿Sabía que la aspirina la inventaron los egipcios? Pues sí, de la corteza del sauce.

Una duda, ¿qué destino corren las piezas que los egiptólogos arrancan de las entrañas del desierto?

Se quedan en Egipto, claro. A nosotros solo nos cabe el honor de descubrirlas y nuestros nombres aparecen en las publicaciones especializadas.

También es propietario de la cadena hotelera Derby Collections.

En nuestra compañía, cultura y lujo van unidos. Cada uno de mis 21 hoteles dispone de un tipo de arte determinado. El Urban, por ejemplo, de Nueva Guinea-Papúa, el Villarroel, griega y romana; el Claris, que es la joya de la corona, de arte egipcio...

¿Cómo logra esa combinación?

Nuestro cliente no solo viene a dormir. Es sensible a la cultura, aprecia el arte... Ofrecemos un valor añadido.

Una tragedia lo que pasa en Egipto, Siria...

Terrible. Saquean su propia historia, la roban, la destrozan.

Artículo: Carlos R. Galindo.

Curso on-line