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3 de mayo de 2012

Myriam Seco Álvarez, arqueóloga y egiptóloga


Explorar el pasado lejano, reconstruir la historia de civilizaciones ya desaparecidas como tales, y sacar a la luz las reliquias del ayer, es un trabajo apasionante, pero también difícil, agotador y a veces peligroso. Por eso, dedicarse a la arqueología casi siempre requiere tener una vocación intensa.

La arqueóloga y egiptóloga sevillana Myriam Seco Álvarez posee esa vocación desde su infancia. Y eso le ha dado la fuerza necesaria para abrirse camino por las procelosas aguas de la arqueología de campo; procelosas a menudo más por los obstáculos económicos y políticos que por los obstáculos físicos.

Luchadora infatigable, no se ha rendido ante las dificultades, y gracias a su capacidad de iniciativa ha logrado poner en marcha importantes proyectos arqueológicos y dirigirlos a buen puerto. Entre ellos, cabe citar al de la excavación y restauración del templo funerario del faraón Tutmosis III (siglo XV aC), que codirige junto con el profesor Mohamed El-Bialy.

La llamada del Antiguo Egipto ha atraído hacia sus hechizantes conjuntos arqueológicos a muchos estudiosos de las civilizaciones antiguas, desde por ejemplo Champollion hasta Howard Carter. Myriam Seco también acabó seducida por la belleza y el misterio del Antiguo Egipto, y lleva ya bastantes años teniendo en Egipto su segunda residencia, por la labor que allí realiza.

A casi ninguna persona le extrañará que una parte del corazón de la arqueóloga se quede en Egipto cada vez que regresa a su ciudad natal, Sevilla, en España. La fascinación del gran público hacia el Antiguo Egipto, aunque menos basada en la arqueología, es muy común, y engloba desde la historia idealizada de Marco Antonio y Cleopatra que inmortalizaron en la gran pantalla Elizabeth Taylor y Richard Burton, hasta las leyendas en torno a momias y maldiciones faraónicas que tanto han alimentado a la literatura y al cine.

Desde 1995, el año en que se doctoró en Historia Antigua por la Universidad de Sevilla, Myriam Seco ha seguido una trayectoria profesional muy prolífica, y con amplia presencia internacional gracias en parte a hablar cinco idiomas, una muestra más de su inteligencia y de su capacidad de esfuerzo.

Entre sus primeros trabajos de campo en España, figuran el que realizó en 1995 en un yacimiento fenicio de Cerro del Villar, Málaga, con la Dra. Eugenia Aubet de la Universidad de Barcelona; el que hizo en 1996 en Carratraca, Málaga, con la Universidad de Málaga; y el efectuado en 1997 en Sevilla con el Dr. Ramón Corzo de la Universidad de Sevilla.

En 1996, trabajó en un yacimiento arqueológico medieval de la localidad alemana de Reutlingen, con la Dra. Scholkmann de la Universidad de Tubinga, Alemania.

De su amplia labor en Egipto, cabe citar su trabajo en una excavación de 1996 en el yacimiento de Sharuna, con el Dr. Farouk Gommaa de la Universidad de Tubinga; la excavación de 1998 en la necrópolis del Segundo y Tercer Períodos Intermedios en la Heracleópolis Magna con la prestigiosa egiptóloga Carmen Pérez Díe del Museo Arqueológico Nacional de Madrid, España; las campañas arqueológicas entre 2001 y 2004 en la pirámide romboidal así como en el templo funerario de Seneferu y templo del valle en Dahshur, con el Dr. Rainer Stadelmann del Instituto Arqueológico Alemán; y las diversas excavaciones en el templo de Amenophis III en Luxor en las que desde el 2000 ha venido trabajando en el marco de varios proyectos.

Myriam Seco tiene también una importante faceta de arqueóloga submarina. Se hizo buceadora profesional sólo como un modo más de extender sus habilidades de investigación arqueológica, pero lo cierto es que bucear entre los restos de buques hundidos tiene sus riesgos y exige mucha sangre fría. Su bautismo de fuego, o de agua en este caso, lo hizo en el Mar Rojo en 1998, durante una excavación submarina en un barco hundido del siglo XVIII, con el Instituto de Arqueología Náutica de Texas. También en el Mar Rojo participó en 2001 en una prospección arqueológica submarina, con la asociación IN SITU Arqueología Itinerante. En la fascinante Alejandría, trabajó entre 1998 y 2002 en una excavación submarina en el yacimiento de Qait Bay (Pharos) con el Dr. Jean-Yves Empereur del Centro francés de Estudios Alejandrinos. Con esta institución y también en Alejandría participó en una excavación submarina de un pecio del antiguo Imperio Romano. Una de las investigaciones de arqueología submarina más interesantes en las que ha trabajado es la de un barco con estatuas y ánforas de alrededor del siglo V aC, hundido frente a la costa de Tiro, en el Líbano; una investigación que se ha prolongado durante años y que ha brindado importantes hallazgos arqueológicos.

De la ajetreada y fascinante trayectoria de Myriam Seco, cabe destacar también su participación en la expedición de "El misterio del Nilo", una película documental en formato Imax, rodada entre Noviembre de 2003 y Julio de 2004, que recoge las vivencias y el trabajo de campo de una expedición científica viajando desde el nacimiento del río Nilo Azul (un afluente o "sector" del Nilo) hasta la desembocadura de éste en el Mediterráneo. El Nilo Azul nace en Etiopía y prosigue hasta Sudán, donde se une al Nilo Blanco, el otro afluente principal del Nilo, un río cuyo recorrido por Egipto fue vital para el desarrollo de la antigua civilización egipcia. Aparte de su interés intrínseco, esta expedición fue también la primera en lograr hacer el trayecto desde el nacimiento del Nilo Azul hasta la desembocadura del Nilo, un recorrido de más de 5.000 kilómetros. Además de Myriam Seco, los otros integrantes de la expedición fueron: Pasquale Scaturro, guía de río y geofísico estadounidense, conocido por sus otros descensos por ríos peligrosos y también por subir a la cima del Everest en su faceta de alpinista; Gordon Brown, kayakista y cámara estadounidense; Mohamed Megahed, hidrólogo egipcio; Saskia Lange, periodista germano-española; y Michel L’Huillier, fotógrafo chileno-español. En la expedición, Myriam Seco se ocupó mayormente de explorar los vínculos entre antiguas civilizaciones de Etiopía, Sudán y Egipto.

-¿Cómo se inició su vocación por la arqueología? ¿Y su interés en el Antiguo Egipto?

Desde pequeña tuve mucho interés por la historia antigua y la arqueología, y me atraía sobre todo el oriente, tanto la cultura mesopotámica como la egipcia. Fue al entrar en la Universidad de Sevilla cuando me decidí por la egiptología.

-¿Qué destacaría de sus actividades más recientes en el proyecto de excavación y restauración del templo funerario de Tutmosis III?

Destacaría el gran cambio que está experimentando el templo desde que comenzamos los trabajos en el 2008. Estamos desenterrando las ruinas de este templo funerario ó de Millones de Años ["Millones de Años" no se refiere a la antigüedad real sino al nombre, Templo de Millones de Años] de uno de los faraones más importantes de toda la historia del Egipto faraónico y trayéndolo de nuevo a la vida. Y esto es algo que me apasiona. A principios de la primera campaña arqueológica hicimos un extraordinario descubrimiento: Nos encontramos con un almacén enterrado del que no había constancia, ya que quienes habían excavado con anterioridad no lo habían explicitado. Esto supuso un gran despegue para el proyecto que, desde entonces, no ha parado de crecer en cuanto a posibilidades académicas, arqueológicas y científicas, hasta convertirse en una referencia a escala internacional. El equipo ha ido creciendo año tras año; contamos con más de 130 trabajadores locales y con la implicación muy positiva del Servicio de Antigüedades Egipcias (SCA) en el proyecto.

También destacaría la creciente sensación de estar trabajando en dos yacimientos que ocupan el mismo espacio, ya que por debajo del pavimento del templo de Tutmosis III había una necrópolis de épocas anteriores. Hasta ahora, hemos excavado 7 tumbas con ajuares funerarios muy interesantes. Se conoce poco de la Tebas anterior al Imperio Nuevo y, aunque las tumbas hasta ahora encontradas fueron vaciadas o reocupadas, toda información que podamos aportar será muy útil.

Además, estoy muy feliz de haber logrado establecer una cooperación de tipo docente en el yacimiento con el desarrollo de un programa de "field school" entre el Servicio de Antigüedades Egipcias y la Universidad de Granada. Esto es una novedad para España, que no lo había hecho nunca antes, y es también una manera de unir lazos entre Egipto y España y de colaborar en formación. Todo esto lo podemos realizar gracias al apoyo y la financiación de Santander Universidades, que ha apostado por el proyecto para llevar a cabo este programa tan novedoso. Estudiantes de Granada vienen a hacer las prácticas al yacimiento de Tutmosis III, profesores de la Universidad de Granada vienen a dar cursos al yacimiento en Luxor a inspectores del SCA, y estos inspectores pueden completar esta formación con otros cursos de especialización en la Universidad de Granada.

-¿En qué fase se halla ahora su investigación arqueológica sobre el barco con estatuas y ánforas de alrededor del siglo V aC hundido frente a la costa de Tiro, en el Líbano?

Ahora estamos analizando todo el material sacado del pecio durante los últimos 5 años de inmersiones, y estudiamos la manera de exponer las piezas restauradas, tanto en el Líbano de forma permanente, como organizando alguna exposición temporal en España.

Nuestra próxima campaña subacuática será en la zona de Tiro, pero ya no seguiremos sacando material de este pecio. Vamos a prospectar otras partes de esta costa tan rica y con un potencial arqueológico tan grande.

-A veces, la labor arqueológica puede entrañar algunos peligros, como por ejemplo si hay que hacer inmersiones bajo el mar, o trabajar en lugares muy aislados o agrestes o simplemente que estén en países en los cuales haya en ese momento algún conflicto grave. En su trabajo de campo, ¿le ha tocado vivir alguna situación de peligro o ha tenido al menos la sensación de estar asumiendo un cierto riesgo personal?

Muchísimas veces. Aún recuerdo cuando en el año 98 empecé a sumergirme a 37 metros de profundidad en el Mar Rojo con muchísima ilusión por trabajar en un pecio en Sadana Island, pero sin tener ni idea de bucear. Durante 3 meses estuvimos trabajando en este lugar, sumergiéndonos todos los días y jamás se me ocurrió pensar que cualquier problema que surgiera tendría que solucionarlo en el fondo, que no podría salir a la superficie. También, rodando el documental Imax de los misterios del Nilo en el año 2003, me tiré al río Nilo en Etiopía saltando desde unas rocas sin pensar en nada, y, cuando nos subimos de nuevo a la embarcación de rafting, a los pocos metros había cocodrilos. Y trabajando en el Líbano también he vivido situaciones muy tensas por la cantidad de problemas políticos de la zona. Nosotros trabajamos en Tiro, en el sur del Líbano, y estuvimos justo después de la guerra del 2006, y después de algunos de los atentados importantes que han puesto al país en alerta. O en El Cairo, donde nunca habría pensado que se daría una situación como la que se dio en enero de 2011. Es muy impactante ver como un país aparentemente tranquilo estalla de un día para otro. Pero no me arrepiento de haber vivido todas esas experiencias que son las que me hacen como soy.

-Aparte de la investigación arqueológica propiamente dicha, que en su trabajo es la faceta más visible para el público, la faceta de buscar financiación para proyectos arqueológicos de gran envergadura y conseguir acuerdos internacionales, los permisos correspondientes de gobiernos de otras naciones, y todo lo necesario para hacer excavaciones de esa magnitud, es todo un reto, sobre todo porque desde el ámbito de las administraciones públicas nunca se dedica suficiente dinero a la arqueología y porque la situación política en algunos países con los yacimientos arqueológicos a investigar puede ser un tanto convulsa. ¿Cuáles son las principales dificultades a las que se enfrenta cuando hay que organizar y hacer realidad un proyecto del nivel y naturaleza de por ejemplo el de Tutmosis III?

Hay que mover muchísimo. Primeramente, tienes que tener un nombre en el país en el que solicitas trabajar. Y no sólo un nombre, sino también alguna institución detrás que te apoye, como en mi caso ha sido la embajada de España en El Cairo y la Academia de Bellas Artes de Sevilla. Una vez que tienes esto, viene lo más complicado que es encontrar financiación, y desde luego para desarrollar un proyecto de esta envergadura necesitas el respaldo de empresas privadas. Yo he tenido muchísima suerte en tener a Cepsa desde el comienzo del proyecto y a la Fundación Botín, que desde el 2010 financia nuestro yacimiento, y esto me ha permitido hacer campañas más largas, de tres meses, que son fundamentales para poder desarrollar el trabajo en un yacimiento de estas características. Y, como he comentado antes, gracias a Santander Universidades hemos desarrollado un programa de formación muy novedoso. Estoy muy agradecida a estas fundaciones por permitirme realizar mi trabajo.

-Siempre ha habido fuertes polémicas entre quienes piensan que los objetos descubiertos en excavaciones arqueológicas deben permanecer en sus países de origen bajo cualquier circunstancia, y quienes creen que en ciertos casos estarían mejor protegidos en museos de otras naciones. ¿Cuál es su postura personal sobre este dilema?

Para mí, las piezas descubiertas deben permanecer en su lugar de origen, porque es ahí donde están contextualizadas y donde tienen su valor. Por ejemplo, en el caso de las piezas que nosotros encontramos en el templo de Tutmosis III, la mejor manera de entender para qué fueron creadas es exponiéndolas en ese lugar. Aunque deben contar con las debidas medidas de seguridad, y también es fundamental hacer un plan de puesta en valor de los yacimientos a fin de poder exponer los objetos de la mejor forma.

Artículo: Jorge Munnshe.

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