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15 de junio de 2011

La maldición de la momia


Cuando Lord Carnarvon y Howard Carter fallecieron, en 1923 y1939 respectivamente, los rumores apuntaron a una misteriosa y antigua maldición faraónica que les había castigado por violar la tumba de Tutankamón. Aunque es una explicación supersticiosa que se ha demostrado falsa –Carnarvon estaba muy delicado de salud antes del descubrimiento y Carter murió anciano diecisiete años después del hallazgo–, siempre han existido personas intrigadas por la supuesta veracidad de estos poderes.

Y eso a pesar de las pruebas médicas que demuestran que en la tumba también existieron una serie de hongos muy perjudiciales que podrían haber causado patologías muy dañinas en los descubridores. Aunque no suele destacarse, la investigación arqueológica de campo tiene sus pequeños riesgos médicos por la existencia de algunos microorganismos. Recientemente un estudio clínico parece aportar más datos acerca de los males y enfermedades que sufrieron los antiguos nubios y que no siempre se tienen en cuenta en los estudios históricos.

El pueblo de Nubia habitó parte del actual sur de Egipto y norte de Sudán en torno al río Nilo. Generalmente se les retrató como cazadores y recolectores que no alcanzaron un desarrollo agrícola muy acusado, pero un nuevo estudio de sus patologías ha demostrado además que disfrutaron del conocimiento de las técnicas de irrigación.

La investigación ha sido llevada a cabo por un grupo de antropólogos especializados en cuestiones biológicas de la Universidad Emory de Atlanta. Especialistas como George Armelagos y Amber Campbell Hibbs han dirigido un proyecto que pretende indagar sobre patologías desarrolladas por los procesos de evolución cultural, social y económica humanas. Bajo el título: “The immunoepidemiology of schistosomiasis in ancient Nubia” se acaba de publicar un adelanto de los resultados en la revista “American Journal of Physical Anthropology” de junio de este año. El grupo ha demostrado con una buena serie de datos clínicos que las poblaciones nubias padecieron una enfermedad llamada schistosomiasis que aunque no siempre es letal, puede provocar serios problemas.

La anemia, el daño a ciertos órganos internos y deficiencias en el crecimiento y desarrollo de la población infantil pueden ser algunos de los síntomas que provoca este mal. Causada por un parásito llamado “Schistodoma mansoni”, hasta ahora se creía que había aparecido en las fases más modernas de la historia, fruto del avance de la vida urbana. De hecho los trabajos anteriores, que habían documentado en los años 20 del siglo pasado las patologías de laschistosomiasis, sostenían que se debía a otro parásito parecido: el Schistodoma haematobian. Ambos organismos, que se calcula que han afectado a 200 millones de personas en todo el mundo, se introducen en el cuerpo humano mediante la ingestión de alimentos o agua y depositan sus huevos dentro del huésped. Por medio de las heces y la orina las larvas pueden salir, comenzando el proceso de nuevo.

El problema surgió cuando los antropólogos reconocieron cientos de momias que habían llegado a ese estado de forma natural –un fenómeno observado en otras partes del mundo– y descubrieron trazas de proteínas que pertenecen al parásito “mansoni”. Dado que solamente puede sobrevivir en ambientes húmedos –al contrario que el “haematobian” que sobrevive en climas más secos, eso les ha llevado a pensar que los nubios del periodo comprendido entre elaño 250 y el 1400 de nuestra Era conocieron las técnicas de irrigación.

El empleo masivo del agua y su escasa o nula filtración para el consumo humano causó una auténtica pandemia en las poblaciones nubias como sucede en múltiples pueblos del planeta que usan esas formas agrícolas. De hecho algunos grupos actuales de granjeros el Nilo llegan a padecer la schistomiasis hasta en un 25% de su población.

La información que se extrae de todo esto reescribe ligeramente lo que se creía acerca de los modos de vida de las sociedades nubias además de demostrar la validez de los estudios de paleopatologías como otra vía de investigación para la Historia y la Antropología.

Artículo: Ignacio Monzón.

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