Los egipcios siempre consideraron la muerte como parte de la vida sobre la tierra. No es cierto que estuvieran obsesionados por el final de esta existencia. Más bien experimentaron la realidad de la muerte como la continuación del curso vital de modo que, siempre procuraron estar cerca de la regeneración y la continuación de la vida en el Valle del Nilo.
Su observación certera de la naturaleza y sus ciclos de vida y resurrección les facilitó concebir un mundo extraterreno donde, asimilados al Dios Osiris, gozarían de una nueva y placentera vida.
Para perfeccionar el conocimiento y la seguridad de esta segunda oportunidad crearon mitos y elaboraron complejos textos funerarios que garantizarían la supervivencia y la salvación, primero del Rey y, más tarde, del pueblo entero.