Muchos años de estudio, horas dentro de la biblioteca, lectura y relectura de textos y multitud de bibliografía; hasta que llegó la oportunidad de hacerse el macuto y poner rumbo a Egipto. Ahora, aunque vuelve a casa cada trimestre, tiene allí establecida su residencia habitual, no muy lejos de la conocida plaza Tahrir. Desde ese país dirige una de las misiones más importantes que en estos momentos se está desarrollando en la tierra de los faraones.
-¿Por qué motivo tiene tanto valor la excavación del templo de Tutmosis III?
-En primer lugar, porque es uno de los templos funerarios más importantes del Imperio Nuevo. Pero también porque se trata de un personaje muy reconocido como es Tutmosis III, que ya de por sí da mucha relevancia al yacimiento porque fue un faraón con gran peso. Además, desde un punto de vista personal, es un verdadero regalo que Egipto me ha dado después de los años que yo le he dedicado. Es un privilegio tener un templo así, de esta categoría. Pero no se trataba de un edificio en pie. Estaba abandonado y hacía 80 años que no lo tocaba nadie. Nos ha dado muchas sorpresas, como encontrar un almacén al principio de la excavación. Eso te da un gran impulso y ánimo para seguir trabajando. Y después, localizar todas las tumbas debajo del templo. Estas dos cosas dan mucha más riqueza al yacimiento y una proyección y unas expectativas increíbles. La dimensión del templo también es muy importante (100 por 150). Se trata de un gran templo, una gran construcción en un lugar privilegiado como es Luxor.
-¿Ha encontrado muchas diferencias entre lo que estudiaba en las aulas y la realidad del Egipto de los faraones?
-Cambia mucho lo que tiene que ver con el trabajo de campo. Yo estuve tres años en Alemania y me pasé los tres años en la biblioteca, mirando libros, viendo bibliográficas, leyendo... En ese momento te haces tus ideas de como será, pero te dedicas a investigar. Y luego cuando llegas allí el trabajo es muy diferente. Para el trabajo de campo te tienes que curtir. Tienes que saber como lidiar con los obreros egipcios, coordinar a todos los especialistas del equipo, como gestionar toda la infraestructura que el equipo lleva consigo, desde la comida, las viviendas... Todo eso se va haciendo mejor cuando tienes experiencia. Para que te acepten los egipcios tienes que hacer un camino, se trata de un proceso que se va realizando poco a poco. Yo me fui en 1998 porque al no tener posibilidades en España decidí irme a la aventura. En esa época empece a trabajar. Y desde entonces he trabajado en Alejandría, he realizado excavaciones submarinas en el Mar Rojo con un equipo estadounidense, con otro alemán en Luxor y en el Egipto Medio ya con misiones españolas. Son una cantidad de años pero sigo trabajando con mucha ilusión, que junto con la experiencia es lo que te permite lidiar con este trabajo y sacarlo adelante. Tienes que ser también muy flexible, es una vida en equipo, compartiéndolo todo, y es difícil. Luego también hay gente que está muy cómoda cerrándose en una biblioteca.
-Después de 15 años trabajando sobre el terreno, ¿cree que aguantaría meterse en un aula a dar clases?
-Ahora, sin dejar el trabajo en Egipto, estoy dando clases en la Universidad de Granada. La parte de difusión del trabajo que estamos haciendo también es fundamental. Y qué mejor que difundirlo con los estudiantes de la universidad. Luego doy cursos como este de la UIMP, de hecho estos últimos años es lo que estoy haciendo a menudo. Todas las primaveras vuelvo a España y me dedico a dar conferencias y trabajar en las clases en Granada.
-¿Ha encontrado muchos obstáculos en su carrera?
-Muchos. El comienzo es muy complicado y muy duro. Cuando comienzas a trabajar, al principio es difícil que te cojan en una excavación arqueológica. Me ha costado mucho ganarme lo que he conseguido y por eso lo aprecio mucho más.
-¿Ser mujer ha sido otro impedimento más para trabajar en Egipto?
-No he tenido problemas porque aprendí árabe pronto y eso sí que me ha abierto muchas puertas. Al saber el idioma, también entiendes mejor su mentalidad. Esas cosas te facilitan el proceso.
-¿Es complicado encontrar financiación para poder realizar una campaña en una excavación arqueológica?
-El proyecto del templo de Millones de Tutmosis III comenzó en 2008, y en los primeros momentos contamos con la ayuda económica de Cepsa y con la colaboración del Servicio de Antigüedades de Egipto y la Academia de Bellas Artes de Sevilla, pero en el año 2012 la petrolera salió de Egipto. Paralelamente, desde el año 2010 tenemos la aportación que hace la Fundación Botín. Es muy importante, porque nos permitió pasar de misiones de un mes y medio, como pasaba hasta entonces, a alargarlas hasta los tres meses. Este año también tenemos el patrocinio de Cemex y otras líneas distintas que nos permitirán trabajar hasta el 2017. Además, tenemos un convenio con Santander Universidades que nos permite formar a técnicos egipcios gracias a profesores españoles y por el que los estudiantes de la Universidad de Granada van a Egipto a hacer prácticas sobre el terreno.
-¿Se siente más aventurera o más investigadora?
-Va todo junto. Yo me considero investigadora, pero tienes que ser aventurera, abierta y muy flexible; si no estaría metida en la biblioteca. Pero tampoco me puedo quitar esa parte. El mes de agosto me voy a Alemania a trabajar en interior y estaré allí encerrada todo el mes. Estoy compaginando las dos cosas.
-¿Ha tenido que renunciar a muchas cosas para realizar una carrera tan importante?
-Sí que he renunciado a cosas, pero para mí siempre ha sido esto lo más importante. La clave es que tengo una gran vocación. Todo lo mueve la vocación. Si no la tuviera sería imposible realizar este trabajo. Si lo miras de otra forma, no sacrificas nada porque no puedes hacer otra cosa.
-La llegada de expediciones europeas debe ser una importante inyección económica para el país...
-Nosotros, con nuestro proyecto, damos de comer a 130 familias locales que trabajan con nosotros los tres meses que dura cada campaña, y después ya viven todo el año con esos ingresos. Entonces tienen interés porque vayamos. Les encantan las misiones porque es un ingreso económico para toda la zona.
-¿Han encontrado problemas las expediciones españolas que trabajan en Egipto como consecuencia de las revueltas que está sufriendo el país en los últimos años?
-El conflicto estaba más concentrado en ciudades como El Cairo. Nuestra misión, que se encuentra concentrada cerca de Luxor y es un sitio más tranquilo, no ha tenido que parar los trabajos en ningún momento. Los estudiantes que venían de España en las fechas de máxima tensión sí que estaban preocupados por lo que veían en la televisión, pero no ha habido problemas como en otras zonas del Egipto Medio. Además, el trabajo de campo se concentra en los tres meses de otoño, justo cuando más importantes han sido los enfrentamientos. Después de ese tiempo nos tenemos que quedar otros tres meses para dedicarnos a gestionar todo le material, catalogarlo y analizarlo.
-¿Sigue habiendo problemas de expolio y robo de piezas? ¿Ha empeorado esta situación con las revueltas?
-Eso lo hubo en la revolución del 2011. Asaltos al museo, quemas de varios almacenes, destrozos de algunos espacios importantes... Pero en esta última no ha habido mayores problemas.
-¿Se está produciendo retorno de piezas que estaban fuera de Egipto?
-Se creó un departamento para el retorno de piezas que habían salido de forma ilegal pero ahora se ha paralizado con toda la revolución. Pero hasta ese momento se habían devuelto una barbaridad de objetos. Se realizó un estudio exhaustivo de piezas que habían sido robadas y se tenían que recuperar. Todo lo que han sacado del país de manera irregular tiene que ser regresado.
-¿Cuál es la gran pregunta que todavía queda por responder sobre el Antiguo Egipto?
-Hay muchos espacios que están totalmente vírgenes, como es la zona del desierto o como son las zonas del mar, que todavía están totalmente sin explorar. Se ha creado un departamento de arqueología submarina dependiente del Servicio de Antigüedad, pero todo el patrimonio está totalmente sin investigar.
-Los egipcios llegaron a un gran nivel de desarrollo, ¿hay algún ambito en el que estuvieran por encima de la civilización actual?
-Para su momento fueron muy avanzados y todavía tenemos incógnitas de muchos aspectos. Por ejemplo, ¿cómo conseguían pulir una piedra con tanta precisión?, o ¿cómo pulían las figuras de granito rojo o negro, que tiene gran dificultad? Es increíble como llegaron a ese grado de perfección. ¿Cómo eran capaces de cortar los bloques y encajarlos al milímetro con la tecnología y los instrumentos de la época? Una de las cosas que a mí me llama más la atención es la perfección a la hora de hacer las medidas y la simetría que lograban. No se equivocaban ni en un milímetro. Por eso Egipto atrae tanto, porque hay muchas incógnitas por responder. Tiene un toque mágico.
-¿Se encuentra realizando algún otro trabajo en paralelo?
-También trabajo en Líbano, en el proyecto de un puerto subacuático. Además, de Egipto, lo que me hace especial ilusión es poder excavar en la totalidad el templo y tener la posibilidad después de musealizar todo lo encontrado para poderlo exhibirlo y que pueda ser visitado. De esa forma se pone en valor y, consecuentemente, van a llegar turistas que van a contribuir a llevar riqueza al país.
-El material de trabajo debe de ser muy diferente al que usaban los últimos arqueólogos que trabajaron el templo hace ochenta años.
-Claro que sí. Es muy importante aplicar las nuevas tecnologías a la arqueología. Nos imaginamos al arqueólogo con un pincel sacando la arena a la piedrecita, pero el trabajo de campo implica mucho más. Se aplican técnicas como el georadar o el análisis 3D. También hemos hecho un ortofotomapa de toda la zona de los pilonos (construcción que flanquea la entrada al templo) y todo eso implica una tecnología y aplicaciones informáticas avanzadas. Es así como sacamos provecho a toda muestra actuación.
-Durante el curso has apuntado que el número de españoles trabajando en excavaciones en Egipto ha aumentado mucho, ¿a qué se debe?
-Por el interés que despierta el país. España no tiene la carrera de egiptología en la universidad, por eso todos los que hemos querido estudiarlo nos hemos tenido que ir al extranjero, que es donde están los programas que contienen esta especialidad. Pero el interés por la egiptología en España ha ido aumentando año a año y cada vez han salido fuera más especialistas a hacer sus carreras y tesis doctorales sobre Egipto. Los que salimos del país para especializarnos luego hemos vuelto y empezado a movernos por donde hemos podido. Y poco a poco hemos conseguido proyectos en Egipto.
-¿Se puede decir que España tiene un papel destacado en esta labor?
-No es un país puntero pero sí es de los que más ha crecido en los últimos años. Hay otros como Francia o Alemania con mucha mayor tradición, que llevan allí muchos años trabajando con grupos numerosos; pero en los últimos años ha decrecido su presencia. Sin embargo, con España ha pasado lo contrario.
-¿Cómo se ve desde lejos la situación actual de España?
-Es patético. Todo el mundo actúa por su propio interés y hay una cantidad de corrupción impresionante.
Vengo bastante y la gente está cada vez más deprimida. No hay otro tema de conversación. Se nota mucho en el estado de ánimo de la sociedad.
Artículo: Daniel Martínez.