La denominación Calcedonia deriva (con igual nombre) de Calcedonia, una antigua ciudad griega y bizantina, localizada en la parte asiática de la región del Bósforo.
La principal característica de la Calcedonia desde el punto de vista mineralógico, es su estructura. Se trata de un mineral relacionado con el Cuarzo, con el que comparte la misma fórmula química; sin embargo, la Calcedonia no forma cristales bien desarrollados. Los cristales que dan cuerpo a este mineral son diminutos, tan pequeños que resultan inapreciables, y se encuentran densamente empaquetados unos con otros para formar unas fibras que quedan inmersas en una matriz más o menos amorfa. Esta estructura se conoce con el nombre de microcristalina.
Debido a este denso empaquetamiento, la Calcedonia suele aparecer en formas radiales, estalactíticas, arriñonadas o arracimadas, así como en masas amorfas o nodulares de coloración variable.
La Calcedonia se comenzó a utilizar ya en la Epoca Predinástica.